Pues sí que tiene cierto encanto esto de la btt. Es curioso, porque yo no cogía la mía desde que esto se llamaba mountain bike, allá por los noventa, que todavía me acuerdo. Pero claro, yo es que siempre he sido más de carretera, no sé por qué dejé de salir al monte pero a mí me gusta más la carretera, los puertazos y esa sensación de velocidad. Pero vamos, que esto también es divertido, vaya que sí.
Y duro, que con este hierro de bicicleta poco más se puede hacer, ni frenos de disco, ni suspensión y casi sin cambios, con lo que me estoy liando no sé yo si no habré subido aquel repecho con grija con el plato grande. Si es que es lo que tiene lo de hacer caso al Manolo, que fue el que me dijo el otro día que volviera a tocar la bici de montaña, que ya verás que rutita más chula he hecho, que nada más que son treinta kilómetros. Menudo tipo, treinta kilómetros, pero me podía haber dicho que aquí los kilómetros cuestan más que en la carretera, porque me da a mí que con este dolor de piernas que llevo no acabo muy entero el día.
Bueno, bueno, ¿y esta bajada? Si para tirarse por ahí hay que estar loco, no me fastidies. A mí no me cuentes que el Manolo se ha bajado por esa pared, porque no me lo creo. En fin, que yo me bajo de la bici y patino un poco con ella del hombro, que bastante complicado va a ser no pegarse el culazo andando.
Compañeras de ruta
¿Ves? Ya casi estoy abajo, aquí hay menos pendiente, mejor me subo a la bici. A ver, un pie en la cala, otro…ayayay, que se me desboca.
Ahora recuerdo la razón de no coger mucho la bicicleta de montaña, btt o mountain bike, como la llame ese liante de Manolo. Si es que a mí no me gustaba besar el suelo y yo siempre he bajado algo cuadrado en estas situaciones. Pero vamos, que nada, que sólo ha sido un rasponazo, pero no veas cómo escuece. Y las malditas ortigas, que yo no sé que tenemos los ciclistas que siempre hay ortigas donde nos caemos. Será el ácido láctico, que las hace crecer fuertes.
A mojarse
Bueno, mejor me voy a limpiar un poco con agua, que luego mi mujer se asista al ver tanta sangre y me dice que si estoy loco, que si no mido en las bajadas, que le quiero más a la bici que a ella, y que ya se lo dicen sus amigas, que los hombres que nos depilamos las piernas sin ir al gimnasio no somos de fiar. Mira, allí hay una fuente, pero mejor no bebo agua, por si acaso. Oye, la verdad es que no escuece tanto, me empieza a gustar esto de la bicicleta de montaña, te sientes uno con la naturaleza, aunque de forma poco cursi, ¿eh? Anda mira, una vaca, voy a acariciarle un poco el morro, que total aun falta un rato para anochezca, ¿no?