Hungría tiene fama de ser un país donde sus habitantes se acuestan pronto, con esos horarios tan europeos que extrañan a los españoles y latinos recién llegados. Sin embargo, su capital Budapest nunca duerme. Y a este blog, le faltaba soltarse un poco la melena y pegar cuatro gritos cerveza en mano. Hoy nos vamos de fiesta.
Y es que Budapest es una ciudad vibrante, multicultural y cosmopolita, llena de estudiantes, mochileros, trotamundos y erasmus venidos desde cualquier rincón del mundo (puedes encontrarte a gente de lo más variopinta), a los que se suman, por supuesto, miles y miles de sus habitantes y todos los húngaros venidos a la capital por la universidad o por trabajo. En Hungría sorprende la fascinación que tiene su gente por la cultura. Cines y teatros en cada rincón, museos abiertos por las noches, bares y cafés abiertos casi 24 horas, donde siempre habrá gente bebiendo cerveza, fumando, y hablando de cualquier cosa. A los húngaros jóvenes les encanta salir, quedar con alguien y compartir una botella de vino y una buena conversación. Y mejor si es en una de las innumerables terrazas de la ciudad. A cualquier hora. Cualquier día de la semana.
Sin duda, si hablamos de la noche de Budapest tenemos que hablar del distrito VII, Erzsébetváros. Pero en realidad, la noche comienza en lugares tan emblemáticos como Deák tér o Erzsébet tér, confluencia de metros y autobuses y lugar ideal para quedar los grupos de amigos, pues ya se sabe, unos viven en Buda, otros en Pest, otros al norte y otros al sur. Desde aquí, el barrio VII está a un salto. Allí podemos encontrar bares, cafés, restaurantes y discotecas con la misma densidad que en la típica zona de marcha de España. La tarde o la noche suele empezar en un Ruin Pub, de los cuales ya escribí en la anterior entrada. Son los lugares perfectos para tomar cerveza y charlar, mientras la noche va madurando. Los míticos Szimpla, Fogas ház, Kuplung o Kőleves kert, por poner algunos ejemplos, pero hay muchos más. También se puede cenar en muchos restaurantes de esta zona por precios asequibles. En las calles Király y Nagymező se agolpan decenas de bares y pubs, uno detrás del otro, con sus terrazas en verano y en invierno (obviamente no cuando hace 20 bajo cero). Otra calle interesante es Madách Imre, que nace desde Károly kőrút con una animada plaza llena de terrazas y bares. Uniendo la propia Madách Imre y Király está el pasaje de Gozsdu udvar, lleno de más bares, terrazas y restaurantes a ambos lados. Y por supuesto otra calle para ir de copas es Dob. En algunas calles adyacentes al distrito VII hay también muchos bares con buen ambiente, pese a que técnicamente estén en el distrito VI (Terezváros), pero no hay tampoco una frontera muy definida entre ambos por la noche (oficialmente es la calle Király).
En la orilla del Danubio, sobre todo en verano, hay también algunos barcos atracados que celebran fiestas. Uno de esos barcos, que está abierto todo el año, es el A-38. Tiene nombre y aspecto de barco de guerra, pero en realidad es un carguero ucraniano de 2ª mano convertido en bar, discoteca y sala de conciertos. Conciertos bastante buenos y baratos, por cierto, así que conviene echar de vez en cuando un vistazo a su página web. Lo único malo es que está bastante lejos del centro (hay que tomar los tranvías 4-6 y bajarse en Buda tras cruzar el puente Petőfi).
A-38 con su habitual iluminación nocturna, en una foto de wikipedia.
Cerca de Kálvin tér abre la calle Ráday, que tiene muchos bares y restaurantes, en verano está totalmente llena de terrazas, aunque sobre todo hay turistas y el ambiente es bastante más tranquilo que el de las calles Nagymező o Király.
Como opciones más económicas, comprarse en el Tesco o Spar de turno unas latas de cerveza (rondando los 70-80 céntimos las yonki-latas de medio litro de Arany Aszok o Dreher, de una calidad asombrosamente buena) o una botella de vino (por 2 € ya las hay, y no están nada mal) y sentarse en el césped de Erzsébet tér, o incluso encima del túnel del castillo de Buda, frente al puente de las cadenas y el parlamento, un sito mágico que la última vez que fui habían vallado. Pese a ello me consta que a veces han hecho agujeros en la valla para pasar, y de hecho se puede ver a la gente con las piernas colgando sobre el túnel desde abajo. Eso respecto al verano. Cuando llega el frío invierno húngaro, las pre-fiestas en pisos universitarios están a la orden del día. Lo de beber en las calles latas de cerveza fría mientras nieva, al estilo homeless... bueno mejor si lo podemos evitar.
Volviendo al mencionado distrito de Erzsébetváros, allí mismo junto a los bares hay discotecas que están abiertas hasta altas horas de la noche, y después abren los after, para los que quieran seguir la fiesta.
En cuanto a la bebida, hay una diferencia abismal entre la cerveza y el resto de alcohol en cuanto al precio, por lo que la cerveza es la elección correcta si no queremos que el presupuesto se nos vaya de las manos. En los bares ronda el euro una jarra de medio litro, máximo puede llegar a 2 euros en las discotecas más fashion. El vino es muy barato en los supermercados, pero su precio se multiplica en los bares. Si queremos vodka, ron o whisky, las opciones son marcas en su mayoría bastante desconocidas en botellas de sospechoso garrafón que están bocabajo con un medidor automático que escupe los dichosos 4 centilitros que es la "dosis" habitual, con un precio definido. Así es, nada de preparar el cubata a ojo, aquí todo está medido (en realidad en casi toda Europa es así). El precio por este chupito suele rondar los 2-3 €, así que como mucho recomendaría un pálinka para probar (obligatorio en tu primera juerga húngara al menos) o como mucho un Jagermeister (el alma de la noche en estas latitudes, una especie de patxaran, por si alguien no lo conoce, la bebida de los rudos cazadores alemanes). La versión cubata no es más que el chupito elegido volcado a un vaso más grande y terminado de llenar con pepsi de manguera. Los hielos son una rareza y del limón ni hablemos. Por eso digo que es mucho más preferible la cerveza. Los vodkas con una lata de redbull compartida pueden ser otra opción. Los camareros... bueno la mayoría no son precisamente simpáticos, pero se entiende teniendo en cuenta la miseria que cobran y las horas a las que trabajan.
En lo que respecta a la música, hay un poco de todo. Desde la típica comercial recién sacada de la cadena de producción industrial de la MTV y el Billboard, pasando por el house y música electrónica, aunque debemos estar preparados para cuando, de vez en cuando, caiga una macarena o un danza kuduro.
La mayoría de bares y discotecas abren todos los días de la semana (así que puedes suicidarte al estilo Nicolas Cage en Leaving Las Vegas si quieres), aunque normalmente cada sitio tiene un día a la semana con precios más populares o fiestas especiales (sobre todo erasmus), así que lo normal es, por ejemplo, ir los lunes a Morrison's (hay dos, de los cuales el 2 tiene mejor fama) o los miércoles a Corvin tető. Yo no soy muy experto en esto, pero si tenéis curiosidad, cualquiera de los miles de erasmus de Budapest os puede responder esta cuestión en escasos segundos. Si cuando las discotecas cierran tenéis ganas de más juerga, afters como Piaf abren hasta el mediodía los fines de semana (entre semana cierran antes).
Y finalmente, recordad: para brindar en Hungría hay que decir "egészségedre".