Los papeles de Chaves aguardan, como los males del mundo en la caja de Pandora, en el interior de un armario acorazado y custodiado por la guardia civil, esperando que el supremo le permita a la juez Alaya abrir sus puertas y que las actas de los eres muestren al mundo su verdadera naturaleza.
Tenía que ser un armario, y no una caja fuerte o un arcón blindado, pues estos papeles poseen ese carácter oprobioso y vergonzante (también de liberación, por qué no, que de una vez se sepa a la verdad) asociado a una "salida del armario" en toda regla.
Ahora es cuando uno se pregunta el porqué de tanto dispositivo. Si en verdad Chaves fue tan estúpido como para poner por escrito sus trapicheos, no solo es un mangatario, sino tonto de solemnidad, aunque ya hace tiempo que un servidor perdió la capacidad de asombro ante la estulticia de nuestra clase gobernante.