Empezamos la búsqueda del embarazo como un proyecto totalmente secreto. Nos agobiaba pensar que hubiese alguien preguntándonos continuamente como íbamos con el asunto, y por eso tomamos esa decisión.
Entonces fue pasando el tiempo, y frente a las frases incómodas de la gente, supimos que habíamos hecho bien, pues no le incumbe a nadie nuestra situación reproductiva.
No obstante, una vez enfrentada a la infertilidad, he tenido mucha más soltura en contar lo que ocurre, que cuando estaba ilusionada al principio sin problemas a la vista. Ahora también lo saben mis amigas de la infancia y mis cuñados.
He descubierto que mucha gente no tiene ni idea sobre tratamientos de reproducción asistida. Pero no les culpo de ello, porque si no se pasa por algo así, no se tiene porque saber nada. Hay muchas enfermedades muy serias de las cuales yo desconozco el tratamiento. Y también me he enfrentado a personas que se han sentido incómodas cuando yo he decidido contar mi secreto.
Sigo teniendo familia muy cercana que no sabe por lo que estoy pasando, y de momento seguirá siendo así, porque sé que sufrirían, y porque yo quiero librarme de comentarios tipo “sólo tienes que relajarte“. Pero tengo muy claro que una vez consiga mi objetivo, no pienso callarme.
Y es que cada vez que cuento mi secreto, ese alguien también conoce a alguien infértil, y resulta que el mundo está plagado de infértiles ocultos bajo las piedras.
Yo no quiero esconderme, soy así. La infertilidad me ha revolucionado. Yo era de esas personas que no se quejaban de nada nunca. Si en un restaurante me traían un vaso sucio, me moría de vergüenza ir a quejarme y bebía por el lado limpio. El sábado pasado mismo, me levanté de la mesa y llevé un platazo de tellinas a la cocina del restaurante donde estaba cenando para decirles que eran incomestibles, pues estaban llenas de arena. Me las cambiaron por 6 cigalas, algo impensable en mí antes.
Me he vuelto guerrera.
Entiendo que muchas infértiles que han conseguido su objetivo, o no, decidan quedarse en la sombra. Es una decisión totalmente respetable, pues depende del tipo de persona que sea, de lo que se haya sufrido en el proceso, o de otros millones de factores. Yo no estoy juzgando a esas infértiles. Al contrario. Yo quiero ser su voz. Su voz, y la de todas las infértiles que están a punto de llegar a serlo.
¿Y en la sala que opinan, salir del armario, o mejor no hacerlo?