La sinopsis del libro tal y como nos la da la editorial es la que sigue
Cuando Pamela Druckerman, una periodista estadounidense que acaba de mudarse a vivir a París, tiene un bebé, no aspira a convertirse en una «mamá a la francesa». Nunca se había imaginado que el modo en que los franceses crían a sus hijos fuese especialmente digno de admiración. No es algo concreto, como la moda o los quesos franceses; nadie viaja a Francia para empaparse de las ideas de sus habitantes con respecto a la autoridad de los padres o el manejo de la culpa.Cada capítulo responde a las preguntas que nos hacemos como madres primerizas. El primero nos lleva a la búsqueda de información sobre el primer embarazo y sus etapas, a través de libros, revistas y amigas. Además de ser madre primeriza, la autora vive en otro país, que la lleva a enfrentar ambas culturas. Entre datos estadísticos, métodos de crianza y experiencias, se desarrollan los demás capítulos, que nos llevan a conocer como son criados los niños franceses, en algunos casos, de una manera no muy distinta a la que se realiza en España.
Sin embargo, la autora observa que los niños franceses se comportan educadamente en los restaurantes y comen de todo, duermen toda la noche desde los cuatro meses, no gritan ni piden cosas constantemente y saben jugar solos mientras sus padres los observan a distancia o charlan con sus amistades... ¿Cómo es posible? ¿Cuál es el secreto?Decidida a desentrañar el misterio y con una libreta escondida en la bolsa de los pañales, la periodista emprende una investigación sobre las claves de una sociedad integrada por pequeños gastrónomos dormilones y progenitores razonablemente relajados. Con una narración literaria a medio camino entre la carcajada y la desesperación, nos brinda toda una investigación sobre la educación del bebé, la imposición de reglas y sobre cómo inculcar la virtud de la paciencia.
La autora entra en todos los grandes temas que preocupan a los padres en los primeros años de vida de nuestros retoños, la noche, las pautas de comida, los primeros meses en guardería o no, la lactancia materna o con biberón... Tomé notas de algunas cosas que me llamaron particularmente la atención, y que ejerzo con mis hijas.
La llamada pausa no es dejar llorar al niño hasta que se duerma extenuado, es saber cuándo nos necesita. No interrumpir su ciclo, sino acomodarnos a él. E incluso, una doctora experta en sueño responde:
-[...] Hay que estudiar el modo en que duerme el bebé. -¿Y si se despierta? -Si se despierta por completo, lo coges en brazos, por supuesto.Hay palabras y expresiones que uso en mi día a día con las Genovevas: el "attend, attend" que le digo a la petite, para que tenga paciencia. O el "sois sage" a l'aînée cada vez que la dejo en el colegio. Y el "doucement" que decimos (padre incluido) a las chicas. Igualmente hablo mucho con ellas, evito discusiones y rabietas contándoles que en ese momento no puede ser, que estoy ocupada, o que en cuanto acabe de hacer "quoi que ce soit" las atenderé.
Este libro hay que leerlo, no como un manual, ya que las madres vamos aprendiendo a la vez que nuestros hijos, sino como una manera entretenida de ver como son los métodos de crianza en el país vecino, y en el nuevo continente. Buscar paralelismos y sobre todo, utilizar el sentido común en la manera amorosa que tenemos de criar y educar a nuestros hijos.