Revista Cultura y Ocio
Quien lo desea todo debe saltar al vacío y perder el miedo a no tener red en la caída, vértigo, complacencia o desesperación. Si no quieres verte vapuleado, no pidas turno en la lucha. Si no quieres ser un juguete desmembrado en manos equivocadas no sonrías en el expositor, a menos que el destrozo merezca la pena al sentir por un fugaz momento latir el corazón en el vientre como lo hace una estrella al morir. Enamorarse es entrega y pérdida. La intensidad del placer es proporcional al dolor que sufre nuestro ego al abandonarse, al sentirse eclipsado por una luz superior. Quien lo ha superado sabe que no es fácil, que debe haber una convicción a prueba de razones y que solo la fe da el impulso necesario. Cada noche intentarás retrasar la hora de dormir, la hora de que el mal sueño se adueñe de ti. Puede que sea en forma de accidente de coche que se repite hasta la extenuación. Tira las llaves y desguaza el miedo. Equivocarse no es un error, es de lo que están hechos los aciertos. Donde hay una cicatriz, hubo una herida. No son más fuertes los que escapan de la debilidad como alma que lleva el diablo, ni los que huyen de la tristeza, más felices. Somos meras anécdotas sin futuro con la maravillosa oportunidad de hacer de la putrefacción virtud. De dejar el miedo en manos de las pesadillas y despertar alegremente con las ganas intactas para amar, morir, o lo que sea.