Hoy en día todos sabemos, con mayor o menor conciencia, la importancia de cuidar el medio ambiente. El calentamiento global cada vez es más notorio, las catástrofes naturales se incrementan y hay lugares en los que el aire se vuelve cada vez más tóxico afectando la salud e inclusive arrasando con la vida.
Sin embargo, lo que no muchos saben, pero se está intentando divulgar cada vez con más fuerza, es una simple acción que puede hacer una gran diferencia: cambiar nuestros hábitos alimenticios.
Permíteme ilustrarte un poco al respecto…
Como seguramente ya sabes, sin los árboles, la vida en la Tierra no sería tal como la conocemos. Estos, además de proporcionar un medio ambiente para animales e insectos, absorben los gases tóxicos y lo transforman en oxígeno, otorgando aire que podemos respirar.
Imagina lo que significa entonces la deforestación para nuestro planeta. No sólo destruimos el medio ambiente de estas plantas y animales, sino que liberamos grandes cantidades de anhídrido carbónico en la atmósfera y aceleramos el efecto invernadero. Y te preguntarás ¿Cuál es la razón por la que se talan tantos bosques? ¿Madera? ¿Expandir las ciudades? ¿Y qué tiene que ver esto con nuestros hábitos alimenticios? Aquí es donde las cosas se ponen interesantes (¡y alarmantes!).
Es evidente que esto se debe a temas puramente económicos. La satisfacción de producir dinero “eclipsa” el pensamiento de que poco a poco vamos degradando nuestro planeta. El principal motivo de estas talas, es la obtención de mayor superficie de pastoreo para el ganado. Para ponerlo en un panorama más amplio, la producción de una sola hamburguesa podría haber arrasado hasta cincuenta metros cuadrados de bosque. El 70% de la deforestación se debe exclusivamente a nuestro consumo de carne y no al uso de la madera, el cual es más equilibrado, sostenible y respeta la renovabilidad del recurso.
Lo que hace estos datos todavía más curiosos (y aún más alarmantes…) es que el consumo de carne está relacionado con las enfermedades cardiovasculares y el cáncer, dos de los motivos de muerte más presentes en América.
Como si fuera poco, el impacto no solo lo vemos en los bosques, la perdida de capa superficial de tierra, la extinción de especies, el aire que respiramos y nuestra salud, sino también en el agua. Si bien es un recurso que predomina, hay una gestión terrible de este. Personalmente, vengo de una provincia que solía ser un desierto, por lo que desde pequeños nos enseñan el valor de preservar y no derrochar el agua. Sin embargo, viviendo en un país donde la producción de carne es esencial, nunca nos dicen el cuento completo.
Para producir un kilo de carne, se necesitan alrededor de 16 mil litros de agua. El autor Tony Robbins, lo puso en esta perspectiva en 1991 cuando el consumo era un cuarto más grande: “Puede usted ahorrar más agua al no consumir medio kilo de carne que si dejara de ducharse durante todo el año”.
También podríamos hablar del consumo de energía que se utiliza y el combustible fósil necesario para esta industria. Pero como último tema, abordaremos el hambre a nivel mundial. Puede que el problema no sea la escasez de comida, sino la mala distribución de esta. Sin embargo, los datos que va a leer a continuación dan mucho que pensar.
Media hectárea capaz de producir 113 kilos de carne, produciría 18 toneladas de patatas. Los mismos recursos que se utilizan para producir medio kilo de carne pueden producir siete kilos de grano. Mientras para alimentar a una persona consumidora de carne durante un año se necesitan una hectárea y media, para alimentar a un vegetariano se necesita tan solo un cuarto de hectárea. Es decir, que con los mismos recursos se podría alimentar a los 60 millones de personas que mueren de hambre al año e incluso sobraría, si en vez de centrar nuestro consumo en la carne , siguiéramos dietas guiadas hacia lo vegetariano. Claro que también existe la barrera de la mala distribución que mencioné con anterioridad, pero creo que queda claro que no son datos para pasar por alto.
Entonces, ¿cómo puedes aportar a preservar nuestro planeta? La respuesta es evidente: reduciendo tu consumo de carne. Ni siquiera es necesario anularlo por completo, sino tener conciencia de que cuando estás comprando carne, no solo estás pagando con tu bolsillo, sino con bosques, agua y suelo, lo cual termina costando mucho más caro.
Y si crees que lo que haces tú como individuo es irrelevante para la inmensidad del mundo, te dejo con una frase que escuché hace poco del famoso mago e ilusionista DMC: “Si crees que eres demasiado pequeño para marcar la diferencia, prueba estar en una habitación con un mosquito”.
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*Esta información fue sacada del libro “Despertando al Gigante Interior” de Anthony Robbins y complementada con la investigación de diferentes artículos para verificar, completar y actualizar datos acorde al panorama de los últimos años*