Tras un paso por México, que con su entorno cultural, lo invitó a transitar nuevos caminos literarios Salvador Negro regresó a su país y este fue su primer hijo poético, que tal vez lo muestre como un hombre nuevo: ligera o profundamente diferente.
No tengo ya la edad de suplicar amor
pero tampoco tiempo que perder.
Ya somos pasajeros,
yo acaso más que usted,
de un tren que va a ninguna parte
y cuyo punto de partida se borró.
Se lo pido con toda la esperanza
que cabe en mi vital escepticismo.
Descarrilemos juntos, por favor.