(Visiones en voz alta). Lo que más me sorprendió del último programa de Salvados, que vi anoche en diferido después del fútbol, fue que hayan pasado ¡cinco años! del célebre falso documental sobre el 23-F. El programa, que el propio Jordi Évole, en singular autocrítica, califica de “autofelación”, viene a incidir en esa moda periodística, no ajena al desaforado narcisismo envolvente, de convertir al mensajero en mensaje, si bien en este caso el hecho de que aquel interesante “montaje” mantenga algún récord de audiencia y, en especial, el que fuera anterior a la explosión de los bulos (fakenews) y la posverdad, justifican la atención.
El programa, a mitad de camino entre el “así se hizo” y el “así se vio”, da pie, además, para un intenso diálogo entre Sergi Pàmies e Iñaki Gabilondo, con Évole como testigo activo, sobre el actual estado de los medios de comunicación y el efecto que en ellos está teniendo la explosión permanente de esas “bombas de racimo” que son las redes sociales. Sólo por sus últimos quince o veinte minutos, este programa salva ampliamente los riesgos de la autocomplacencia y merece la pena.