Revista Insólito

Salvando a la niña que avergonzó al Emperador

Publicado el 11 noviembre 2021 por Doctor Krapp @Dr_Krapp

Salvando a la niña que avergonzó al Emperador
Diario de navegación del detective privado Fiz Arou a bordo de su contenedor de basura transtemporal y en ocasiones salvacuentos.

 Llegué muy a tiempo. La procesión había empezado. El Emperador salía de palacio bajo palio y con aire pomposo. Las multitudes, debidamente sobornadas con bolsas de bocadillos, chuches para niños y días de asuntos propios, empezaron a aclamarlo en voz alta como a un Generalísimo cualquiera. Por debajo comenzaron  a oírse silbantes cuchicheos al ver al gobernante en cueros. 

Intrépido como siempre, me interné entre la muchedumbre a base de oportunos codazos y algún certero rodillazo. Sabía lo que iba a pasar, pero no estaba seguro de donde se produciría el suceso. Es lo malo de los cuentos, no hay GPS y tienden a la indefinición geográfica. Solo me ayudaba mi intuición detectivesca. Muchos niños iban a su aire y sin tutela paterna, lo que me resultaba un extraño arcaísmo. Por si fuera poco, portaban ramos de flores y en vez de jugar con el móvil estaban expectantes hacia lo que ocurría a su alrededor.  Una joven adolescente se destacaba del resto. Se había encaramado ágilmente a la punta de uno de los pabellones destinado a la Corte justo enfrente al que ocuparía el emperador.

  • Esa es - me dije.
  • ¿Una chica? -me contesté.
  • Hans Christian le cambió el sexo -le respondió mi lado espabilado.
  • Maldito patriarcado- se atrevió a sentenciar mi parte dubitativa.

Me puse debajo del tinglado y esperé la ocasión. Cuando llegó el desfile real oí el esperado: 

  • "¡Pero si no lleva nada!" 

Y haciéndome pasar por el padre de la criatura solté aquello de: 

  • ¡Dios bendito, escuchad la voz de la inocencia!"
  • Oh, oh, oh -soltó el rebaño

Andersen comenta que el Emperador se puso todavía más altivo que antes y siguió como si nada. No es cierto, yo vi a un tipo abochornado, colorado como un tomate en sazón y con la dignidad por los suelos. Andersen es un cuentista.

  • Larguémonos - le grité a la adolescente
  • ¿Por queeeé? - me soltó sin moverse.
  • Porque los adultos no soportan que los niños los tomen por idiotas y después de las aclamaciones por quitarles la venda de los ojos, vendrán a por ti. Y no con buenas intenciones.
  • ¿Y tú quién eres para tratar de salvarme?
  • Fiz Arou, detective privado en contenedor y recomponedor de historias mal acabadas. Baja ya si quieres salvar el pellejo.
Se deslizó como una centella bajando por la barra y aterrizó a mi lado. La gente estaba inmovil, en estado de muda estupefacción y solo algunas risas aisladas rompían la unanimidad de la manada.
Corrimos sin obstáculos y mientras salíamos de la plaza le pregunté a la chica:
  • ¿Dónde viven tus padres?
  • Soy huérfana. 
  • ¿Y dónde vives?
  • En un apartamento en la playa, tengo una amiga que me lo deja cuando ella vuelve al mar.
  • ¿Es marina o pescadora?
  • No, es sirena.
  • Ah Ariel.
  • ¿Ariel?
  • Así la llaman en la película de Disney.
  • ¿Quién es Disney?
  • Uff vaya lío. Luego te lo cuento aunque no es de este cuento.  Ya estamos llegando al contenedor. Nos meteremos dentro e iremos junto a tu amiga en un momento.

 (Capítulo 59 de Kaskarilleira Existencial. Aquí están sus otras historias)


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