Desde que empecé a tomarme en serio, y de forma profesional, la gestión de SinAbrochar tuve claro que pretendía ofrecer una alternativa a la Moda Clásica Masculina. Desde siempre mi intención ha sido romper con los mitos, miedos y etiquetas relacionadas con esta forma de vivir -perdón, vestir-.
Nunca me he considerado un experto en la materia. No soy más que un simple observador que pasa gran parte de su tiempo diario analizando la industria para tratar de aprender de ella y todo su entorno.
Siempre he creído que el conocimiento viene irremediablemente de la conjunción del siguiente trinomio: Observación + Análisis + Conclusión. Supongo que estaréis de acuerdo conmigo en esto, es algo tan lógico que a poco que hayamos tenido cierta experiencia en algo habremos llegado a dicha conclusión.
Pero de un tiempo a esta parte me he dado cuenta de que si de verdad queremos que ese conocimiento sirva de algo, falta un factor clave que hará que pasemos de ser meros observadores a formar parte del proceso de conocimiento. El cuarto monomio de la ecuación sería la Acción. De nada sirve que observemos, analicemos y concluyamos sobre una cuestión si posteriormente no reaccionamos ante ella.
OBSERVACIÓN
Como os decía, llevo varios años observando, desde fuera y desde dentro, con sigilo y respeto esta industria de la moda clásica masculina, tanto el Ready To Wear como el mundo Bespoke/Made To Measure. Gracias a las Redes Sociales, eventos y citas internacionales he podido observar la historia y evolución de la moda clásica no sólo en España, sino también en el resto de Europa, America, Asia y Oceanía.
En los últimos 3 años he conocido a muchísima gente relacionada con toda esta industria. He vivido experiencias muy gratificantes, otras no tanto, pero el balance ha sido francamente positivo.
Comienzo a descubrir la lógica del vestir y empiezo a hacerme preguntas: ¿Porqué usar una solapa de un tipo? ¿Cuándo recurrir a una determinada textura? ¿Porqué esa medida?
Las incógnitas te llevan de forma natural a la reflexión, o lo que es lo mismo, el análisis.
ANÁLISIS
Durante todo este tiempo, casi sin darme cuenta, he ido recopilando información, vivencias y experiencias, que han hecho que me encuentre cada vez más seguro y capacitado para estudiar en detalle la industria. Pasa el tiempo, ves cómo trabajan unos profesionales y otros. Descubres sus detalles y entresijos, los procesos de confección, el marketing, la presencia en redes, sus estrategias, la diferencia entre prendas, las calidades y tipos de tejidos, etc.
Todo ello hace que florezca mi lado más crítico y reflexivo. Por un lado me sorprendo con cada cosa nueva que aprendo -y trato de transmitir-, me maravillo con cada oportunidad de adentrarme en los talleres, de departir tranquilamente con sus responsables, de conocer sus inquietudes y reflexiones. Pero por otro lado me indigno siendo testigo de injusticias, me siento decepcionado ante ciertas actitudes, trato de dar explicación a comportamientos, reflexiono sobre ciertas estrategias, valoro lo positivo y negativo de todo, e irremediablemente viene la hora de sacar conclusiones…
CONCLUSIONES
Y es a partir de esta fase en la cual pretendía centrar este artículo, tratando de hacer un análisis de la actualidad de esta industria Sastrera en España, en un intento de desgranar, desde mi punto de vista, cuál es y será el presente y futuro de ella.
Vivimos en un mundo tan globalizado e internacionalizado que todo nos influye. No sólo por la competencia con otros productores o creadores sino también para la parte positiva: Valorar distintos enfoques, analizar otros mercados, estudiar errores… En definitiva aprender de lo que nos rodea.
Muchos me habéis escuchado hablar de las bondades del estilo sastrero asiático, de la eficacia del marketing italiano, o de la tradición y cultura británica. Es evidente que todos ellos nos llevan ventaja en muchos apartados de esta industria, y que no es fácil irles a la zaga, pero nada es imposible. Aunque si hay que tener clara una cosa que Einstein explicó a la perfección con esta corta frase:
"Locura es hacer la misma cosa una y otra vez y esperar resultados diferentes"
En España, en cuanto al sector textil, existen actualmente dos situaciones en la relación consumidor/oferta.
Por un lado existe una amplia mayoría de la población masculina que carece de conocimientos o tradición en el vestir clásico o en el mundo de la sastrería, que no le queda otra que consumir lo que la industria mayoritaria le pone por delante.
Por otro lado existe un grupo de usuarios, afortunadamente cada vez más numeroso, con especial interés y preocupación en el estilo clásico y artesanía en todas sus variantes. Ávidos de información, frecuentemente no terminan de encontrar en España los productos que desean e irremediablemente debe optar por consumirlos más allá de nuestras fronteras.
Esa falta de conocimiento por parte de unos y frustración por parte de otros hace que estemos ante una industria textil española con demasiadas lagunas sobre la que se pretende tejer una red de marcas sin un sustento o filosofía lo suficientemente fuertes como para aguantar las embestidas futuras.
¿La boyante situación actual del sector contradice lo que digo?
No lo neguemos, la industria textil en España ha sido de las pocas que, a pesar de la crisis económica, ha mantenido un nivel de recuperación más que interesante. A pesar de ello el sector parece haber quedado dividido tal y como la sociedad lo ha hecho, pasando del low-cost extremo al lujo exacerbado casi sin una región intermedia, por mucho que nos lo hagan creer. Viéndose forzado el consumidor a optar por lo que le ofrecen.
Pero el gran problema no es sólo este. Realmente el gran fiasco es haber perdido por completo el sentido y esencia de aquello que nos viste, para pasar a ser simplemente Moda. Un instrumento más que usamos no por convicción y conocimiento si no por manipulación y adaptación social.
El verdadero sentido de las prendas es cubrir nuestro cuerpo de la mejor manera posible, realzando nuestras partes más interesante y disimulando aquellas menos gustosas. Y en segunda instancia adaptándose a lo que queremos que refleje de nosotros en cada momento.
Para conseguir sacar partido a ese objetivo primario del vestir antes que conocer la prenda debemos conocer nuestro cuerpo, y ser conscientes de lo que pretendemos buscar. Y por ende las empresas del sector deben conocer a sus clientes, sus cuerpos, sus gustos, su entorno. Puede parecer obvio pero nos sorprendería el número de veces en las que esto no se tiene en cuenta.
¿Qué tiene que ver esto con lo que hablamos?
Cada cierto tiempo contacta conmigo algún empresario o inversor buscando cómo conseguir un producto triunfador en una industria tan copada, pero activa, como la textil. Pretenden sacar algo novedoso, rompedor y de éxito, pero haciendo lo mismo que los demás.
Tengamos una cosa clara, el éxito de los demás no tiene porqué ser tu éxito. Una cosa es original una vez, a la segunda ya es una copia.
Cuesta mucho abstraerse de ese pastoreo natural al que estamos acostumbrados para tratar de crear algo único, una reinterpretación, o una mejora de algo ya inventado. Siempre fue mucho más fácil copiar y pegar, eso está claro.
En esas otras regiones que os comentaba antes (Asia, Reino Unido, Italia…) se nota que tras una innovación hay un tiempo de dedicación, una reflexión, un sentido. En ocasiones inicialmente ciertas soluciones nos resultan quizás demasiado artificiosas, extremas o erráticas, pero no hay éxito sin riesgo. Si algo he aprendido en la vida es que las cosas deben hacerse siempre con un sentido. Si somos capaces de defenderlo y tenerlo claro, cualquier cosa que realicemos, por muy alocado que parezca, terminará teniendo sentido para los demás. Esta filosofía debería ser aplicada también para los negocios, y en particular en el mundo textil. ¿Cuántas colecciones vemos sin un sentido claro? ¿Cuántas prendas no se corresponde con el público al que supuestamente va dirigido?
Ya vimos hace no demasiado que cuando la Sprezzatura carece de sentido pierde toda su gracia, o sin embargo, como os mostré hace un par de años en mi artículo Los volúmenes de la corbata, lo que puede parecer un error cuando le otorgamos un sentido pasa a ser coherente. ¿Cuántos de vosotros aplicáis ahora aquellos razonamientos? Me consta que, afortunadamente, muchos.
¿Dónde está el problema?
El diccionario define al concepto Razonar como la capacidad de establecer relación entre ideas o conceptos distintos para obtener conclusiones o formar un juicio. Tras lo comentado anteriormente podemos concluir que uno de los grandes errores no sólo por parte de las empresas y marcas sino también por los consumidores, es el no aplicar la razón.
El consumidor no quiere pararse a pensar en si un producto es bueno o no, prefiere que haya una marca detrás de él que sea la que le otorque ese respaldo y garantice su previsible satisfación. Las empresas se han dado cuenta de ello y han reforzado la imagen de marca de sus productos. Y esto no es malo, como ya os contara en el artículo Reflexiones sobre el Marquismo, lo malo es que el producto llegue a pasar realmente a un segundo plano, tanto para la firma como para el consumidor.
Esta mentalidad está ya instaurada y será difícil de cambiar. La sastrería tiene dos opciones: Una, esperar a que la mentalidad de la gente cambie. Dos, adaptarse a la mentalidad actual.
El curioso caso de la Sastrería Española...
Lo reconozco, este ejercicio de reflexión nos ha llevado justo al punto donde quería llegar.
Como decíamos, en ocasiones la industria textil parece excederse en la importancia de la imagen de marca, incluso por encima del producto. Sin embargo, la Sastrería parece que hace todo lo contrario, es decir, hacer recaer el protagonismo únicamente sobre el producto y su calidad, olvidando por completo su imagen de marca. Y esto también es un craso error.
Es más, me consta que en general la sastrería en España no concibe su oficio como una marca propia e individual, sino más bien como un servicio al cliente. Servicio que tendría sentido hace varias décadas, cuando la industria textil del Prêt à Porter no estaba tan desarrollada y extendida como ahora. Pero el mundo de la sastrería debe entender que realmente compite contra toda la industria. Compite contra la inmediatez y facilidad del Ready To Wear, contra una fuerte maquinaria cambiante e inteligente con mayor poder del que podamos imaginar. Y lo peor es que aunque ellos (los sastres españoles) no hayan sido conscientes todavía de esto, la industria a nivel mundial si lo está siendo. Sabe cuáles son las grandes bazas de la Sastrería y está tratando de ofrecérselas -a su manera- al consumidor.
Lujo, exclusividad, calidad de confección y materiales, servicio individualizado y personalizado. Son algunos de los puntos fuertes de la Sastrería, que ésta no potencia ni usa en su beneficio, pero que la industria ya si trata de aplicar a diferentes niveles.
Pero, yo me pregunto: Si el gigante de la moda puede usar los recursos de las vertientes más artesanales, ¿La sastrería no puede hacer suyos algunos aspectos de la moda?
Universalidad, actualidad, polivalencia son, en general, algunas de las cualidades con las que cuenta la Moda más industrial y con las que debería aprender a jugar el mundo de la sastrería.
La gente desea descubrir cuál es el estilo de una sastrería sin tener que arriesgar su dinero. Necesita ver y sentir cuáles son los aspectos que diferencia a una sastrería de otra. Quiere sentirse identificado con ella, con su filosofía y estilo de vida. Por suerte, o desgracia, estamos programados para ir encajando en el puzzle de la vida y si antes las piezas nos la iban dando poco a poco, llega el momento que incluso nosotros llegamos a buscarlas.
No nos engañemos. El cliente no es el que manda. Realmente él no quiere mandar, prefiere ver y elegir, es a lo que le han acostumbrado. Con el tiempo aprenderá a soltarse y decidir por si mismo, pero inicialmente no está preparado. Por ello muchos consumidores se sienten perdidos en una sastrería y otros directamente ni siquiera contemplan la idea. Y sólo ellos, los sastres, pueden hacer que esto cambie.
¿Cómo cambiarlo?
Acercar el mundo de la sastrería al consumidor no tiene nada que ver con bajar precios, hacer trajes más llamativos o llenar de complementos el establecimiento. Se trata únicamente de definirse y hacérselo llegar al consumidor.
Parece más fácil decirlo que hacerlo, lo reconozco. Pero como decíamos más arriba, la idea es considerar a tu sastrería como una marca más. Y otorgarle una filosofía e imagen propias a todos los niveles, transmitiéndolo mediante los canales que ya son habituales para las marcas (Escaparate, Web, Blog, Redes Sociales, Colaboraciones…)
Son muchos los ejemplos de esto más allá de nuestras fronteras: En Italia, Sciamat o Ripense. En Corea, B&Tailor. En Australia, The Finery Company o Patrick Johnson. EEUU, The Armoury.
Algunas de ellas son incluso de reciente creación y en pocos años han sido conocidas en medio mundo.
Herramientas
La fotografía suele ser un buen aliado cuando se pretende mostrar algo, máxime cuando no se cuenta con una colección de prendas en la que podamos apoyarnos para mostrar nuestro estilo. Puede resultar una buena forma de mostrar nuestra filosofía de marca. Pero de nada sirve que nuestro nuevo público objetivo sea, sobre el papel, gente joven alejada de la oficina y los despachos, mientras el sastre les atiende vestido de trabajador de banca. RECUERDA: Tu cliente quiere sentirse identificado contigo.
Tampoco sirve de nada que sigamos haciendo los mismos trajes de antaño. La gente quiere novedades también en la sastrería, quiere poder descubrir por sí mismo que su chaqueta está confeccionada a mano, quiere poder mostrárselo a todo el mundo, quiere que sus prendas se diferencien del resto. Y no por sus colores o estampados, sino por sus detalles. Pero nadie lo sabrá si no se lo explicas, nadie encargará nada que no haya visto antes, nada que no haya comprobado que lo puedes hacer bien. RECUERDA: Tu cliente necesita poder ver y sentir lo que va a recibir, antes de recibirlo.
La industria textil va por delante de los consumidores, orientándoles en las tendencias y nuevas soluciones. ¿Porqué tiene que ser diferente en la Sastrería? Está prácticamente todo inventado, pero no reinterpretado. Podemos echar una mirada al pasado y encontrar infinidad de soluciones capaces de aplicarlas en prendas de hoy día (Martingalas, fuelles, puños franceses, bajos abotonados, etc.) El sastre debe salir del taller de vez en cuando para investigar, relacionarse, aprender de su entorno, consultar blogs, ver a colegas extranjeros, o conversar con los clientes. De esta forma descubrirá nuevos recursos, tendencias, inquietudes y temores de sus clientes. RECUERDA: Muchos consumidores se sienten perdidos en una sastrería.
Podríamos escribir muchas páginas más escudriñando las estrategias y deberes de un buen sastre del siglo XXI, pero mi intención en ningún caso era atacar a este sector. Simplemente pretendía plasmar de forma lógica, razonada y detallada todas aquellas reflexiones que han ido sucediéndose en mi cabeza durante estos últimos meses, con el ánimo de seguir ayudando a este mundo de la Sastrería que voy conociendo mejor cada día y del que me gustaría ver un gran resurgir en los próximos años.
Yo ya he aportado mi cuarto monomio a la ecuación -la acción-, ahora te toca a tí. En tu mano está ver morir esa industria que te da de comer o tratar de salvar eso por lo que tanto has luchado.
Salvador Godoy