Los discursos están muy bien, las manifestaciones son vistosas y las denuncias públicas despiertan la atención de la gente durante unos minutos, pero la acción y las medidas concretas, apoyadas en financiación, son realmente la llave para lograr la conservación y la salvación de cientos de especies amenazadas. ¿Quiere una cifra? Aquí la tiene: 1.200 millones de dólares, más o menos, es el coste de salvar a las 841 especies más amenazadas del planeta. Una bagatela si lo comparamos con lo que se gasta en dar oxígeno a bancos que roban a manos llenas, en rescatar a gobiernos que despilfarran dinero por un tubo, en subvenciones que se reparten los mismos de siempre, en ayudar a ONGs que son pozos de corrupción encubiertos... ¿Seguimos? Creo que es suficiente por ahora, ¿verdad?
1.200 millones al año salvarían especies de un valor biológico inmenso, este es el resultado de un reciente estudio, incluyendo 15 especies de lugares remotos que están muy cerca de extinguirse. ¿Cómo se lograría? Pues en realidad es tan fácil que dan ganas de darse un cachete por no haberlo hecho antes: protegiendo los hábitats donde viven estas especies. Y poco más. Sólo con esa medida incrementaríamos notablemente las posibilidades de salvar cientos de especies vulnerables.
Esta inversión, que es poco dinero, créame, aseguraría la gestión adecuada de hábitats de especial valor ecológico y sus especies. De forma paralela y complementaria, debería prestarse a los zoos una financiación adicional de 150 millones de dólares, lo que nos permitiría salvaguardar especies en especial riesgo y reducir la tasa de extinción para el año 2020.
Si comparamos el gasto público mundial, no digamos ya el privado, la inversión para proteger lugares de un alto valor biológico es apenas un gasto menor, una propina, menos de lo que se gasta en una campaña política o una campaña de promoción de lo que se le ocurra.
Estas inversiones deberían realizarse ya, de forma urgente, porque de las 841 especies más amenazadas, 15 de ellas se encuentran en un punto crítico por su bajo índice de conservación y viven en lugares alejados como las islas Reunión, Tristán de Acuña o la isla Ámsterdam. ¿Por qué necesitan acciones y no palabrería hueca? Verá usted, porque su situación está amenazada por factores como la alta probabilidad de que sus hábitats se urbanicen por los trepas de siempre; la inestabilidad política; los altos costes de proteger y gestionar esos hábitats y la dificultad para llevar poblaciones de estas especies a zoológicos, ya que sería muy caro y faltaría experiencia para conseguir su reproducción.
La buena noticia es que se puede conseguir la conservación de estas especies amenazadas si planteamos una protección integral y una adecuada gestión de la misma, pero es necesario adoptar medidas y llevar a cabo acciones ya, cuanto antes.