La colina de Singuttara,
coronada por la pagoda Shwedagon
(Francesc Morera)
Sin una planificación adecuada, la ciudad podría seguir el camino de muchos de sus vecinos asiáticos en la pérdida de su carácter y patrimonio arquitectónico, y convertirse en una ciudad contaminada y congestionada pues el número de coches en estos cinco años se ha triplicado. O podría transformarse en una de las ciudades más hermosas y habitables de la región. Las decisiones tomadas durante los próximos dos años darán forma a la mayor ciudad de Myanmar para el resto del siglo. Y es que según el informe 2013 de Myanmar de McKinsey, la población de la capital podría ascender de 4 a los 10 millones en 2030.
La pagoda Shwedagon, en Yangón, con una antigüedad de más de 2.500 años, brilla desde lo alto de la colina de Singuttara como un faro que ilumina la ciudad. No solo es el corazón de Yangón, espiritual y geográficamente hablando, sino un lugar de peregrinaje y patrimonio de todos los birmanos y el icono más reconocible del país.
La imponente pagoda Shwedagon,
de 2.500 años de antigüedad.
(Francesc Morera)
Hay que decir que hasta la fecha, ninguno de los estudios llevados a cabo sobre el impacto que las excavaciones tendrían sobre los cimientos de la pagoda asentada sobre la colina Singuttara, sobre la que se alzan Shwedagon y otras dos pagodas ha sido definitivo, pero existe un riesgo real y por ello en febrero de este año se aprobó un periodo de suspensión del proyecto para realizar un estudio más profundo por un equipo independiente. De esta inspección se recomendó el reducir la altura de los edificios proyectados de 190 pies (57 metros) y cambios en el diseño. El periodo de suspensión sigue de momento activo, esperando a que las empresas constructoras respondan a las recomendaciones y adapten el proyecto. La primera fase, Dagon City 1 se ubicará sobre 22 acres, (unos 90.000 metros cuadrados) lo que supondrá una inversión de 300 millones de dólares que incluyen un hotel de cinco estrellas, apartamentos y centro comercial. Es más que probable que el proyecto salga adelante, pero todo y que se cumpla con los nuevos requisitos, el entorno y las vista de y desde la pagoda ya no volverán a ser nunca más los mismos si no se adapta la normativa urbana para proteger el patrimonio.
No se puede detener el progreso, especialmente en un país que ha pasado tantas décadas soñando con él, pero si no se crean leyes que protejan el patrimonio, una de las mayores riquezas de este país, se corre el riesgo de que se pierda la propia identidad del pueblo birmano.
Artículo de Ana Morales en Gea PhotoWords.