Si Mahoma no va a la montaña, ella baja a saludarlo. O a verlo. O algo así, ¿no? Sea aquí o allí, lo importante es que, al final, se ven. Bien.
Los días 22 y 23 de noviembre nevó por estas latitudes. Y luego la nieve desapareció para no volver nunca jamás. Y así estamos, a 13 de noviembre, tercer domingo de Adviento (como se le llama aquí al día de hoy) esperando aún a que la nieve baje de las montañas. Porque, si no, la promesa de la canción de la "blanca navidad" no se cumple.
El caso es que estaba yo el otro día en modo vago cuando el Cocinero alemán me propuso ir en busca de la nieve. Así que me abrigué - mucho - y nos subimos al Gaisberg, una de las montañas que hay en los alrededores de Salzburgo, a 1.265 metros sobre el nivel del mar.
A pesar de mis intentos por empaparme de espíritu navideño, no hubo manera. Veréis en las fotos que la nieve no llegaba a los 5 cm. de grosor, y eso en las partes en donde la había. Pero, a pesar de todo, desde esa montaña se consiguen unas vistas espectaculares de Salzburgo y los alrededores.
Así que ya lo sabéis amigos: si pasáis por Salzburgo y tenéis la oportunidad, procurad subir al Gaisberg. Estoy segura de que en verano se disfrutará mucho más de las vistas, pero en invierno, con varias capas de ropa, haya nieve o no, merece igualmente la pena.