Revista Opinión

San Cucufato (reescritura)

Publicado el 22 octubre 2012 por Miguelmerino

  • San Cucufato. (Festividad el 25 de julio)

Nació en la provincia romana de Cartago. Anduvo este buen señor predicando en la Península Ibérica, allá por los años trescientos y pocos de nuestra era, que para quien no lo sepa, es la cristiana. Predicó en Cataluña y no debió hacerlo mal, pues los catalanes piadosos, dieron en llamarlo Cugat, que se mire como se mire, es nombre mas llevadero.

Con el buen propósito de convertirlo en santo, el Imperio romano lo condenó al martirio, hecho este, a mas de cruel, totalmente innecesario, pues con semejante nombre, el cielo lo había ganado desde el bautizo y el derecho a sentarse a la diestra mano del Padre, lo ganó durante su edad escolar, pues no debieron ser pocas las chanzas, puyas y soplamocos de sus compañeros de aula. Que los niños serán niños, pero gastan una mala leche para estas cosas de los nombres y otras cargas infantiles, que a veces Herodes se hace simpático.

Se cuenta que el primer intento de martirizarlo, consistió en abrirle el vientre y echar fuera tripas y mondongos, mas no debió ser de su agrado lo que vio, pues ni corto ni perezoso, volvió a echar dentro los menudillos y se cosió el vientre con un cordón. Otra cosa no, pero apañadete si era el predicador, creo que no le quedó ni cicatriz.

Más tarde, el emperador Galerio (que no fue santo, por no ser cristiano, porque el nombre también se las traía), lo mandó quemar en la hoguera, pero este sacrificio no debió ser agradable a los ojos de Dios y mientras el verdugo romano encendía la pira por un lado, un soplo divino lo apagaba por el otro, que al fin y al cabo, el soplo divino siempre sirvió para insuflar vida y no para quitarla.

En otra ocasión, lo encerraron en una mazmorra, con la sana intención de dejarlo morir de hambre y miseria, pero como se aburría mucho, se dedicó a predicar a sus carceleros y éstos, para nos eguir oyéndolo, se convirtieron al cristianismo.

Aburrido el hombre de tantas historias, tuvo un aparte con Dios su Señor, la leyenda no dice si Dios Padre, Dios Hijo o Dios Espíritu Santo, con lo que habrá qeu deducir que fue la SAntísima Trinidad en pleno, pero vino a decirle poco mas o menos así: – Mira Dios, te agradezco mucho que cada vez que los romanos intentan mandarme contigo, tú se lo impidas. Además, sé que no lo haces para ahorrarte mi presencia a tu lado, sino por evitar que se carguen a un fiel siervo. Pero lo cierto es, que entre intento de darme matarile por parte romana y milagro por tu parte para salvarme, yo recibo la del pulpo, y aunque es cierto que mi vocación por el martirio es grande, la propia frase lo dice, por el martirio en singular, no por los martirios en plural. Así que ¡por favor! en el próximo intento romano por enviarme a tu lado, recíbeme, si no con júbilo, al menos con cierta alegría, pero sobre todo, ¡recíbeme! aunque sea con indiferencia. Y así fue como en el siguiente intento de darle muerte por parte de los romanos, Dios nuestro Señor, en su infinita misericordia, permitió que Cucufato fuera degollado.

No sé si por motivo de haber buscado el martirio de forma tan pertinaz y haberlo, ¡al fin! conseguido, le fue concedida la gracia de encontrar los objetos perdidos. Eso sí, fiel a su vocación por el martirio, el método para que nos devuelva lo perdido, tiene su miga. Ha de procederse de modo mas o menos como se cuenta a continuación: Se coge un retal de tela y se le hace un nudo y se guarda. Luego se dice algo de este tenor: “San Cucufato, los cojones te ato, si no me devuelves (lo que se haya perdido)…, no te los desato” Y de este modo y manera, muy del agrado de San Cucufato a lo que se ve, se recupera lo perdido. Eso sí, una vez recuperado lo perdido, hay que proceder a deshacer el nudo, que los cojones del santo han de quedar libres para otra petición.

Y por una vez y sin que sirva de precedente, voy a plagiar a Querido Dess y voy a ponerle una banda sonora a esta entrada:

http://www.youtube.com/watch?v=JR69vm_16Bc


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