Iglesia de Santa María
de Dendermonde.
Junto a dos monjes, Santos Brino y Bittino (7 de septiembre), se fue en peregrinación a Roma, donde el papa San Gregorio III (28 de noviembre) le recibió con cariño y le reveló que Dios no le quería para una sede, sino para obispo itinerante, y le consagró como tal, pues hasta entonces solo era obispo electo. De regreso, Hildward se fue a Dikkelvenne, en los Países Bajos, donde comenzó su misión apostólica. Fue hospedado por una viuda, que era amante de un noble, a la cual convirtió al Evangelio. El noble, al perder a su amante, amenazó con matar al obispo, pero cayó terriblemente enfermo, y no sanó hasta que confesó su plan de crimen y se convirtió a la fe de Cristo. Acto seguido, hizo donación de dos iglesias y sus pueblos para el servicio de la Iglesia, y con la cual fundó el santo un monasterio en Dikkelvenne. Su "vita" se entrelaza con la de Santa Cristiana (26 de julio), de la cual su propia leyenda dice que fue una princesa británica que huyó de su confort para poder servir a Cristo. Hildward la bautizó y le impuso el velo de las vírgenes, haciendo desde entonces vida eremítica a las afueras de Dikkelvenne.
Sobre el año 750 Hildward alcanzó la vida eterna, dejando como abad a su amigo Brino, que sería sucedido por Bittino. En el siglo XI el monasterio se trasladó y se convirtió en la célebre abadía de San Adrián. En 846 las reliquias de Hildward y Christiana se trasladaron a la iglesia de Santa María de Dendermonde, donde pueden venerarse aún, y desde entonces son considerados los patronos de la ciudad.
A 7 de septiembre además se celebra a
Nuestra Señora de Regla
Beato Mateo de Agrigento, obispo franciscano.