Isidro de Merlo y Quintana, más conocido como San Isidro Labrador tras ser canonizado en el año 1622 por el papa Gregorio XV, era un humilde campesino casado con Santa María de la Cabeza y padre de San Illán, que trabajaba para el noble Iván de Vargas. Cuenta la tradición que uno de los milagros del Santo, se le atribuyen más de 400, fue hacer brotar agua del suelo al golpear con su bastón unas rocas, con el fin de dar de beber a su señor en un día caluroso.