San Juan Ogmundsson de Holar, obispo. 23 de abril.
Juan fue hijo de Ogmund y Thorgerda, ricos propietarios de tierras en Islandia. La leyenda cuenta que siendo niño, acompañó a sus padres a Dinamarca, invitados por el rey Swain. Un día que cenaban con los monarcas, Juan alargó la mano para tomar unos alimentos con los dedos, y su madre le dio unos golpecitos sobre los nudillos, para reconvenirle por aquellos modales. La reina dijo a la mujer: "No hagas eso, querida Thorgerda, las manos que has golpeado son las de un obispo". Luego de un tiempo, regresados a Islandia, Juan fue confiado al obispo Isleif, para que le educase. El niño pronto tomó afecto al anciano, y le guardó gratitud por siempre.
Labor en Dinamarca y Noruega.
Pronto le iniciaron en la carrera eclesiástica, fue ordenado diácono y quiso visitar Dinamarca. Llegó a este país el Viernes Santo, fue a la catedral donde se celebraba el oficio en presencia del rey Swain. El presbítero que leía el Evangelio lo hacía con tal pésima voz y entonación, que Juan se fue al altar, se puso su estola y arrebató al presbítero el libro y continuó la lectura con tal maravillosa voz y entonación semimelódica, que todos enmudecieron y hasta agradecieron la violenta interrupción. Días después, el rey le preguntó donde había aprendido a leer y salmodiar de aquella manera. Y Juan le contó: "Soñé que me veía en una hermosa catedral, en la Cristo ocupaba la cátedra del obispo. A sus pies se sentaba el santo rey David, que tocaba su arpa, saliendo de ella una exquisita música. Si me das un arpa, intentaré tocarla como él". Y tomando el instrumento, tocó y cantó tan divinamente, que toda la corte hubo de alabar a Dios movida por algo que no entendía.
De Dinamarca Juan fue a Noruega, donde reinaba Magnus I, quien le apreciaba. Llegó en un momento desfavorable para un joven islandés, Gisli, que había matado a un pastor del rey, en venganza por el asesinato de su padre por parte de dicho pastor. Magnus arrojó a Gisli en la cárcel y lo condenó a la horca. Teit, hijo del obispo San Isleif de Islandia (2 de mayo), estaba en Noruega en el momento, ya había hecho intentos para obtener la liberación de su paisano y como no había logrado nada, pues irrumpió en la prisión y liberó a Gisli. Magnus, claro está, mandó perseguirles y encerrarlos. Fueron rodeados y cuando iban a defenderse, Gisli se entregó, para evitar se derramara sangre por su causa. Fueron conducidos al Consejo del rey y este perdonó a Teit y los suyos, pero insistió en que Gisli fuera colgado. La leyenda patriótica islandesa dice que en ese momento Juan se dirigió al rey y le gritó: "¡Señor, el invierno pasado me disteis una capa de regalo, ¿puedo hacer con ella lo que quiera?" El rey, irritado, le dijo que él actuara como creyera conveniente. Entonces Juan se dirigió Gisli y le puso el manto real, y así ataviado Gisli fue colgado, con lo cual, su muerte se vio de pronto convertida en orgullo para los islandeses y en confusión para Magnus y los noruegos, que se vieron humillados. Luego en la tarde, Juan fue a la horca y descolgó a Gisli, que no había muerto porque el grueso manto le había protegido de la cuerda. Pero la historia nos dice la verdad: Juan salvó a Gisli en el último momento suplicando al rey. Juan fue enviado poco después por Magnus a una embajada en Irlanda, para negociar el matrimonio de Sigurd de Noruega con Bjadminja de Irlanda, niños de 9 años. Luego acompañó al mismo rey en su campaña contra las costas de Escocia, donde logró que respetase la isla de Iona, donde estaba la veneradísima iglesia de San Columba (9 de junio).
De nuevo Islandia. Obispo por necesidad.
De regreso a su tierra, Juan fue ordenado presbítero, se supone que por el obispo Gissur de Skalfolt, también hijo del obispo Isleif. Poco después, contrajo matrimonio, pero no nos ha llegado el nombre de su esposa. enviudó y al poco tiempo se volvió a casar. Comenzó su misionado en una vasta región, convirtiendo a muchos a la fe de Cristo. Islandia hasta entonces había sido gobernado por un obispo, pero los cristianos habían crecido muchísimo y la necesidad de un segundo llegó a ser tan evidente, que Gissur, en 1102 instó al Parlamento de la isla la creación de una segunda Sede Episcopal, eligiendo a nuestro Juan como primer obispo. El Consejo aprobó la idea y Gissur envió a Juan a Lund, Suecia, para que allí, donde se podría reunir los tres obispos necesarios para consagrar válidamente a otro, fuera ordenado. La leyenda cuenta que en dicha catedral, el arzobispo Obispo Ossur había regañado a los canónigos, que eran descuidados en el culto y volvían la cabeza a un lado y otro, curioseando quien entraba y salía de la catedral. Cuando Juan llegó, estaban cantando Vísperas. Desde su rincón, Juan comenzó a cantar con su voz ungida desde el cielo y el arzobispo volvió la cabeza, intentando ver quién cantaba así. Los canónigos le riñeron "¡¿Qué, señor arzobispo? Usted es el primero en romper la regla usted mismo estableció!". "Tenéis razón, pero tengo una excusa: Nunca antes oí una voz tan rica en tonos, y pensé que era la voz de un ángel, y no la de un hombre", respondió el prelado. Pero antes de ordenarlo, quiso resolver el asunto de los matrimonios de Juan y le envió a Roma (en realidad debió enviar cartas) para que el papa determinase que hacer. El papa Pascual II no vio objeción en aquello (no es el primer obispo casado de aquellas tierras, aún en el siglo XIII hallaremos al obispo San Pablo de Skálholt (19 de noviembre), cuya mujer administraba su iglesia local. Así que Juan fue consagrado el 29 de abril de 1106.
De camino a Islandia pasó por Noruega, de donde salió con un cargamento de la mejor madera para edificar una bella catedral en Holar, ciudad capital de su nueva sede. En 1107 comenzó la construcción de la iglesia. Para ello contrató a un maestro carpintero llamado Thorodd Gamlason. A la par, organizó una escuela para aprender las Escrituras y los Padres de la Iglesia, que confió a un presbítero de nombre Gisli, piadoso y versado en teología. En verano enseñaba Gisli junto a la pared sur de la antigua iglesia, cerca de donde trabajaba Thorodd, que era un hombre tan despierto y listo que a la par que trabajaba en la Iglesia, aprendía Teología, latín y sabía muchos pasajes de la Biblia, con gran admiración y alegría del obispo. De esta catedral solo queda el primitivo altar y un paño que lo cubría, que representa a nuestro santo. También queda una campana que data del siglo XV y de la que la leyenda cuenta que tañó sola cuando el santo obispo Juan Arnason fue decapitado por el rey Christian III, convertido a la herejía protestante. La iglesia fue destruida.
Juan trabajó incansablemente como obispo. Se preocupó del culto, la catequesis. En la catedral estableció un Capítulo de canónigos para que diesen culto, enseñasen al pueblo y administrasen la caridad. Animaba a su pueblo a visitar la iglesia al comenzar el día para ponerse en manos de Dios. Enseñó a bendecir a los hijos, los bienes, los alimentos con la señal de la cruz. Fue implacable con los sacrificios que aún los cristianos recientes hacían a Thor y Odín. Desterró la costumbre de consultar oráculos y practicar hechicerías. Visitaba a sus fieles siempre que podía. Les acompañaba en sus fiestas y sus tragedias. Fue atento a la caridad con los desvalidos, protegiendo especialmente a los huérfanos.
Hacia la primavera de 1121 Juan cayó enfermo y disminuyó la intensidad de su trabajo. Aún así, rezaba el Oficio Divino diariamente, no dejó de ayunar y continuaba recibiendo a los pobres. El 23 de abril recibió la Extremaunción, recitó el Salmo IX y expiró, teniendo 69 años. Fue enterrado en una tumba al sur del coro de su catedral. Su “vita” se escribió en 1200, cuando su memoria aún era fresca y amada entre el pueblo.
Fuente:
-"Vidas de los Santos". Tomo IV. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916