El Cántico espiritual de san Juan de la Cruz ha sido leído, comentado y glosado desde perspectivas muy diversas: bíblicas, teológicas, místicas, literarias. Un artículo de Lola Josa (Universidad de Barcelona), titulado «El conjuro órfico en San Juan de la Cruz», publicado recientemente en el Boletín de la Biblioteca de Menéndez Pelayo, propone una clave menos transitada, pero sólidamente documentada: la lectura del Cántico desde la tradición órfica, en diálogo con el humanismo renacentista y con una profunda atención a la palabra como fuerza eficaz.
De acuerdo con el estudio de Lola Josa, en las estrofas centrales del Cántico espiritual —especialmente las liras 29 y 30— san Juan construye un auténtico conjuro, una invocación protectora que hunde sus raíces en el mito de Orfeo. Se trata de un marco simbólico que permite comprender mejor el poder que el poema atribuye al canto, a la voz y a la palabra pronunciada.
Orfeo, figura central del humanismo renacentista, es leído aquí como emblema de la palabra que desciende a lo oscuro para rescatar, ordenar y pacificar. La autora muestra cómo este mito, cristianizado desde los primeros siglos, llega al siglo XVI convertido en imagen del Logos salvador. En este contexto, el Esposo del Cántico aparece como un nuevo Orfeo: canta para conjurar los miedos, amansar las fuerzas caóticas y proteger el sueño de la Esposa, ya unida a Dios en matrimonio espiritual.
El análisis se detiene especialmente en la escena del “ameno huerto deseado”, espacio edénico donde se consuma la unión y desde el cual se eleva el conjuro. La lectura de Josa subraya la dimensión nocturna del canto: el Esposo canta mientras la Esposa duerme. El sueño, la noche y la desnudez interior aparecen como condiciones necesarias para que la palabra sea eficaz. La mística sanjuanista, atravesada por la experiencia de la noche y de la nada, encuentra aquí una formulación poética en la que el silencio y el canto no se oponen, sino que se reclaman mutuamente.
Especial interés tiene también la atención a las “amenas liras” y al “canto de serenas”, leídos a la luz tanto de la tradición clásica como de la bíblica. Josa recuerda que la lira por excelencia, en la tradición judeocristiana, es la voz humana: la garganta como instrumento que une cielo y tierra. Desde esta perspectiva, el conjuro del Cántico además de literario, es también espiritual, corporal y cósmico.
El artículo se cierra volviendo sobre uno de los grandes núcleos del pensamiento de san Juan de la Cruz: la noche y la nada. Lejos de ser un vacío estéril, la nada es aquí potencia creadora, espacio de transformación y retorno al origen. El canto órfico del Cántico espiritual se alza, así, desde el centro del huerto y desde el fondo de la noche, como palabra que protege, ordena y reconduce a la unidad.
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Josa, Lola. 2025. “El conjuro órfico en San Juan de la Cruz”. Boletín de la Biblioteca de Menéndez Pelayo CI-5: 233–248. https://doi.org/10.55422/bbmp.1168
