Mi tierra natal cuenta con muchos pueblos de gran belleza, tantos que si tuviera que hacer un ranking con los más bonitos de Extremadura lo tendría realmente complicado. Sin embargo, sí que puedo afirmar rotundamente que San Martín de Trevejo estaría en los puestos más altos.
A decir verdad, no hace falta ponerse en tales aprietos, ya que existe una Asociación que engloba a Los Pueblos más Bonitos de España (que se basa en la Red francesa Le Plus Beaux Village de la que ya he hablado en algún que otro post) y que siguiendo criterios de belleza, calidad y accesibilidad turística, clasifican los pueblos de nuestro país.
Por supuesto, la belleza es algo muy subjetivo y no están incluidos todos lo que son, pero sin duda, los casi 100 pueblos españoles que ya cuentan con la Marca de Pueblo más Bonito de España, lo tienen ganado por buenas razones.
Como ya se habrán imaginado, el pueblo protagonista de esta entrada, San Martín de Trevejo, es uno de esos pueblos adheridos a la lista de los más bonitos, y la verdad es que razones no le faltan. Así que lo mejor es comenzar la vista, y para ello vamos a comenzar por el centro mismo del pueblo, la Plaza Mayor.
Hace ya unos años, hubo un concurso online en 20 minutos para elegir la plaza más bonita de Cáceres, y resultó que la Plaza Mayor de San Martín de Trevejo fue la ganadora.
No es para menos, el Ayuntamiento porticado, la casa palacio del Comendador, la fuente de granito central, los soportales que la adornan, el suelo empedrado y el agua que corre libre por mitad de la plaza, dotan a todo el conjunto de una gran belleza.
Como curiosidad, aparte del canalillo con agua, destaca la profundidad de los portales del Ayuntamiento...
...con una amplitud suficiente como para proteger a buena parte de sus vecinos de la nieve, la lluvia o, en nuestro caso, para descansar un poco del sol, y que en otro tiempo sirvió también de cobijo para el mercado local.
Otro de los elementos a destacar de esta plaza es la Torre-Campanario del siglo XVI.
En este peculiar campanario, como en otros, podemos encontrar gárgolas protectoras tanto de carácter animal como humano, por supuesto cuenta con campanas (sino qué clase de campanario sería, ¿verdad?), e incluso se puede ver un escudo imperial de Carlos V sobre un águila bicéfala, emblema que otorgó a la villa bajo el lema "Muy noble y muy leal" por haberle sido fiel...
...pero lo que curiosamente no encontrarán por ningún lado de este campanario es una Iglesia, dado que la misma está en otro lugar del pueblo.
Por lo visto, la torre en un inició tuvo un carácter militar ya que formaba parte de un fuerte defensivo del pueblo. Durante la Guerra de Independencia de Portugal, en 1.642, el fuerte fue arrasado quedando sólo la torre en pie, y ya que tenían una torre sin utilidad, decidieron aprovecharla como campanario cuando los aldeanos levantaron la iglesia a unos 100 metros de distancia en el año de 1.653. Además también se ha usado como cárcel hasta no hace tanto tiempo.
Saliendo ya de la Playa Mayor por la Calle Los Caños, enseguida nos quedamos embelesado por los detalles de las casas tradicionales, como por ejemplo, con estos rústicos cerrojos de madera que encontramos en muchas puertas, no solo de San Martín de Trevejo, sino de toda la Sierra de Gata.
Pronto empezamos a ver bonitas casas de granito, adobe, ladrillo y entremados de madera. Muchas de las casas tradicionales tienen tres plantas, en la planta baja suelen tener una puerta normal de acceso y una doble por la que guardaban a los animales domésticos, y también entraban los carros para almacenar heno y paja, o bien tinajas de aceites y vino en el caso de tener bodega (o boigas como las llaman aquí).
Esta planta baja, mas robusta, suele estar edificada en piedra, mientras que la primera planta, destinada sobre todo a dormitorios y sala de estar, suele ser de adobe o de ladrillos con entramado de madera. Pues bien, entre ambas plantas sobresalen vigas de maderas llamadas tozones, y una de las casa de la calle Los Caños tiene unos tozones muy especiales...
...puesto que tiene tallados unas curiosas caras sin que nadie sepa muy bien la razón. Puede que las caras sean motivos protectores del hogar, o puede que represente familiares, o quizás sólo sean el capricho de un vecino con mucha maña, sea como sea, resultan de lo más llamativas.
También encontraríamos otra casa con caras grabadas en madera en la calle La Plaza, muy cerca del Ayuntamiento.
Siguiendo el recorrido por la calle Los Caños, al final de la misma nos encontramos, como no podría ser de otro modo, una fuente de tres caños conocida como la fuente del Chafaril.
Esta fuente de agua potable, como no podía ser menos en esta localidad de la sierra, es uno de lo símbolos de San Martín de Trevejo. Aquí también encontrarán una estatua en honor a las lavanderas que hasta hace poco realizaban en esta fuente sus labores.
La fuente es del año 1.538, y en ella podemos ver de nuevo el escudo de Carlos V, que como ya saben sentía aprecio por esta noble y leal villa. Como curiosidad os diré que en la fuente nadan varios peces de colores.
Como pueden ver, el agua forma parte inseparable e indispensable de la belleza de San Martín de Trevejo. Paseando por sus calles uno se puede encontrar no sólo fuentes, también abrevaderos como este de la cercana calle Guardia Civil.
O este otro que nos encontramos en la bonita calle de La Ciudad.
Sin duda que estos abrevaderos de baja altura habrán aliviado la sed de los pequeños animales domésticos y mascotas de los mañegos, aunque a decir verdad, no veo que les haga mucha falta, cuando por mitad de las calles corre un regato de agua incluso en pleno mes de julio.
Los regatos, esos antiguos canales de regadío por donde circula el agua por mitad de la vía, son otro de los motivos que aumenta la belleza de San Martín de Trevejo.
Me imagino con envidia, la paz y el frescor que debe transmitir salir a la puerta de tu casa y sólo escuchar el alegre sonido del agua corriendo libremente a escasos metros de tu puerta. Es muy agradable darse un paseo por estas estrechas calles donde las casas casi se tocan con las de enfrente, donde sientes el frescor del agua del regato y el verdor de las cuidadas macetas que los vecinos sacan a la calle.
El agua del regato se aprovecha para regadío a la salida del pueblo, pero también se aprovecha su curso dentro del propio pueblo.
El sistema es tan antiguo como ingenioso, simplemente desvían el cauce del regato poniendo una pequeña presa, y de esa forma el agua entra en la casa del mañego por el canal anexo, y este la puede usar para regar su huerto u otros menesteres.
Una vez terminado el riego, solo tiene que levantar la presa y deja que el agua llegue hasta el siguiente vecino para que haga buen uso del preciado líquido.
Relacionado también con el agua, pero esta vez no superficial sino con el agua subterránea, podremos encontrar algunas antiguas pozas mañegas, o como lo llaman por aquí "os pozitus".
Estas pozas tradicionales, situadas en las entrada de las casas se han ido perdiendo con el tiempo, pero todavía quedan algunas de ellas como esta en la calle Ciudad. Si los abrevaderos aliviaban la sed de los animales más pequeños, las pozas hacían lo propio pero del ganado vacuno y equino.
Hoy en día su función ya es mas ornamental que otra cosa, esta por ejemplo estaba prácticamente seca, aunque en su interior había un sapo que parecía realmente feliz en ese ambiente húmedo.
Supongo que en época de lluvia aquí debe rebosar el agua por todas partes, lo cual explica porqué muchos vecinos elevan el acceso a sus vivienda con grandes escalones de granito.
Y es que paseando por las calles de San Martín de Trevejo se descubren muchos secretos que bien merecen la atención del viajero curioso, por ejemplo, varias casa cuentas con antiguos detalles ornamentales, como estos grabados en granito que nos encontramos en la calle del Puerto.
O incluso podrán encontrar una estela funeraria de finales de la Edad de Bronce en la calle de la Iglesia, cerca de la Plaza Mayor, que nos da a entender que estas tierras han estado habitada desde la antiguedad.
Esta estela grabada en granito es especial porque en ella aparecen 4 elementos, un escudo con varios círculos concéntricos en su interior (habrá quien diga que es una representación de la mismísima Atlántida), una lanza, una espada y el elemento más extraño, un espejo. Sin duda, el guerrero al que homenajea, alcanzó una elevada posición militar en la comunidad.
Pero en San Martín de Trevejo hay una cosa todavía más rara que un monumento de 3.000 años en una fachada, y es que en el pueblo cuentan su propia lengua, A Fala.
Imaginaos la sorpresa que debe llevarse el turista despistado cuando, paseando por este precioso pueblo, oyes a hablar a varios vecinos en una lengua extraña, o de repente, uno se tropieza con tiendas con carteles "mal" escritos...
...o lo que es peor, uno se fija que el nombre de las calles y observa que aparecen escritos en castellano, pero también en otra lengua...
...pero ¿qué narices pasa aquí?, ¿acaso ya no estamos en la provincia de Cáceres?, ¿será que en el pueblo, como está cerca de Portugal, todos hablan portugués?....pues va a ser que no, resulta que ellos cuentan con un idioma secreto que es una mezcla de galaico-portugués con influencia asturleonesas, pero que resulta suficientemente inteligible del gallego o del portugués.
Lo mejor es que este peculiar idioma se habla también en otros dos pueblos vecinos, en Eljas y en Valverde del Fresno, pero con notables diferencia entre los tres dialectos, de forma que en San Martín de Trevejo hablan el mañegu, en Eljas el lagarteiru y en Valverde del Fresno el valverdeiru.
Respecto al origen de A Fala no hay acuerdo, muchos lingüistas opinan que es una variante del portugués, ya que durante el hambre de la posguerra (o en cualquier otro período de escasez) los vecinos sobrevivieron gracias al contrabando con los lusos, y así, por la necesidad de entenderse con ellos, se fue desarrollando esta lengua. Otros especialistas en cambio aseguran que durante la Reconquista, Alfonso IX ordenó repoblar la zona con colonos gallegos, y que poco a poco el gallego dio paso al mañegu, el lagarteiru y el varverdeiru.
El texto más antiguo que menciona este peculiar idioma es el Diccionario de Madoz de 1.844 y que hace un par de valoraciones que me hacen bastante gracias, como cuando dice "estos habitantes usan un dialecto inteligible, formado de palabras castellanas y portuguesas, todas adulteradas" o "mezclan palabras de castellano antiguo, portugués y otras expresiones que sólo entienden ellos"....casi le falta rematar con un "están locas estas gentes".
Sea como sea, se trata de una maravilla lingüística que merece ser preservada, y de hecho fue declarada Bien de Intereses Cultural en la categoría de Patrimonio Inmaterial. Al igual que el propio pueblo, que también está declarado como Bien de Interés Cultural en la categoría de Conjunto Histórico.
Y no es para menos, ¿verdad?
Como pueden ver no les mentía al inicio de esta entrada ya que son muchas las razones para colocar a San Martín de Trevejo entre los pueblos más bonitos de Extremadura, pero si aún tienen dudas, lo mejor es que vengan a conocer esta joya del Valle del Jálama, seguro que se van encantados con la visita.
Adios..o mejor dicho....Ayos.