Imagen de la iglesia de
Hélléan, Bretaña.
Fue tan buen monje que a los 3 años fue elegido abad, y su prestigio de santidad y justicia traspasó los muros, lo cual le llevó a ser mediador entre el noble local y el obispo por asuntos de tierras. A oídos de Conan IV, duque de Bretaña, llegaron las virtudes del santo abad y le comisionó para difundir la cultura, el arte y la sabiduría en sus dominios. Para empezar, le dio terrenos en Carnoët para que fundase un monasterio del cual irradiar santidad y saber. El lugar era inhóspito y estaba poblado de ratas, pero el santo les mandó irse y los animales dejaron el lugar para el culto a Dios. Este monasterio fue una gloria de la Iglesia y Francia, y se mantuvo hasta la Revolución Francesa, cuando echaron a los monjes y se saqueó y desacralizó el edificio.
Mauricio hizo varios milagros, como convertir el agua en vino. Finalmente, falleció el 5 de octubre de 1191, con más de 70 años. Clemente XI autorizó su culto a la Orden del Císter.
Fuente:
-Vidas de los Santos. Tomo XI. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.
El 5 de octubre además se celebra a San Meinulf de Paderborn, archidiácono.