El pueblo de San Miguel de la Escalada esconde una joya del arte mozárabe del siglo X que merece un alto en la ruta. El edificio se encuentra en las cercanías del pueblo pero en la soledad que suele acompañar a este tipo de construcciones. A pesar del frio que hace en esta época del año nos encontramos con un día soleado que embellece la iglesia y el paisaje.
Monjes procedentes de Al-Andalus viajaron desde Córdoba hasta este remoto lugar, hoy municipio de Gradefes, en León, dirigidos por el abad Alfonso, una vez asentados y con el permiso de la monarquía asturiana fundaron un monasterio. La construcción de su nuevo hogar tan sólo duró doce meses, un tiempo record dado la época. La explicación es que reutilizaron muchos materiales de edificios anteriores de época visigótica y romana.
Los estilos se mezclan, la historia se entreteje y el arte mozárabe y visigótico se funden en la iglesia que es lo único que hoy en día queda en pie. Podemos apreciar lápidas con inscripciones visigóticas que responden a un templo anterior que fue destruido por el avance musulmán y a la vez los capiteles de estilo califal propios del arte mozárabe.
El pórtico está formado por una de las máximas expresiones del arte mozárabe; los arcos de herradura musulmán, más cerrados que el arco visigodo y con el alfiz marcado.
A finales del siglo XVIII, con la desamortización de Godoy, se abandona el edificio y el tiempo se encarga de destruir buena parte de su construcción. Hoy en día gracias al empeño de la gente el monasterio ha recibido la atención que merece y ha sido restaurado y puesto en valor proporcionando una parada obligatoria a los peregrinos del camino de Santiago.