San Sebastián, capital europea de la cultura

Córdoba, milenaria, poseedora de un tesoro arquitectónico a quien un desalmado colocó en su interior una catedral cristiana, fue desbancada de su candidatura por una San Sebastián que acaba de retirar el retrato del Rey por no representar a los vascos, como si no fuesen españoles. La elección de la capital vascongada fue adoptada por un jurado en el que pesó la política sobre los intereses locales, regionales y nacionales, y se supone, ser el exponente de un proceso de paz, que no podría tener una base distinta a una indigna negociación o preacuerdo con terroristas y asesinos.

La política llevada a cabo por los representantes de Bildu, no invita a la tranquilidad: Impedir el acceso a los escoltas al interior de los Ayuntamientos, retirar símbolos nacionales, solicitar la salida de las provincias vascongadas de los representantes de Policía Nacional, Guardia Civil y Ejército, son signos de un enfrentamiento inequívoco al orden establecido, del mismo modo que si unos cientos, o miles, de ciudadanos, nos organizásemos y pidiésemos disponer de nuestras propias fuerzas de seguridad, diferentes a las del resto del país.

Ser equívocos con la condena a los asesinatos y la violencia no es sinónimo de cultura, sino todo lo contrario; mezclar la designación de la capital europea de la cultura con algo político es igualmente indigno, porque son mundos diferentes.La CULTURA con mayúsculas, no puede vincularse a ninguna ideología, a ningún fin político, sino todo lo contrario: Representar la crítica sana y prudente a cuanto nos rodea, cuestionar a unos y a otros, siempre sin el calificativo que suponga partidismo o defensa de determinados intereses. En ese momento, pasaría a ser política.