La concejala de cultura de San Sebastián envía a los atónitos padres de recién nacidos en su municipio, una misiva adoctrinadora de las enormes ventajas que supone para el futuro ciudadano el conocimiento y la utilización del vascuence. Ofertar “una vida plena” en un idioma absolutamente minoritario tiene, cuando menos, algo de pretencioso, si no de impositivo, porque con castellano e inglés, se va a todos los sitios mientras que en el idioma de Sabino Arana, no se pasa mucho más allá de Bermeo. Pese a la antigüedad del idioma, la evolución lo llevó a ser el de campesinos aislados en la zona rural, mientras la mayor parte de los vascos se expresaba en español. Rescatarlo del ostracismo es un ejercicio cultural, pero no puede ser convertido en lengua vehicular por imposición, salvo que se eduque, como se está haciendo, en la idea de que uno es mejor en vez de ser diferente. Mientras los políticos predican la defensa a ultranza de las lenguas locales, conviriténdolas en cuestión de fe, envían a sus hijos a colegios bilingües ¡en español e inglés!. Seguimos viajando amarrados al carro de la miseria y aplaudiendo a quienes nos colocan las cadenas.