Entre sus sufrimientos porque se pone en duda su doctorado, o porque la exhumación de Franco no obtiene las adhesiones que el dictador logró en vida, o por sus constantes cambios de rumbo, Pedro Sánchez recuerda al San Sebastián, que presentan las pinturas clásicas como joven sensual asaeteado con largas flechas por orden de Diocleciano en 288, y que los gais han declarado su patrono.
Le llegan de todas partes parta matar muchas de sus esperanzas, las últimas disparadas por seis presidentes autonómicos, tres del PP y tres de su PSOE, unidos contra los privilegios que presuntamente quiere concederle a los nacionalistas que lo ayudaron en la moción de censura contra Rajoy.
El encuentro de la semana pasada de esos seis barones tuvo poco eco en los medios informativos, en parte porque esos días estaban inmersos en indagar el raro Master en asuntos autonómicos de Pablo Casado, el presidente del PP.
Reunidos en Zaragoza le advirtieron a Sánchez que no admitirán amaños bilaterales de financiación con Cataluña: no eran unos cualquiera, sino el presidente socialista aragonés Javier Lambán, el asturiano Javier Fernández y el castellano-manchego Emiliano García-Page, y por el PP el gallego Alberto Núñez Feijóo, el castellano y leonés Juan Vicente Herrera y el riojano José Ignacio Ceniceros,.
Pero estos seis eran sólo unas flechas preludio de una lluvia inevitable, como las de todo el PP con poder, y todo el PSOE menos el PSC catalán, además de Ciudadanos.
Se desconocen todas las promesas de Sánchez a los separatistas catalanes y vascos para que le apoyaran, y por las que ahora depende de ellos, pero o los independentistas dejan de chantajearlo, o las flechas contra el apolíneo y joven primer ministro lo van a agujerear como a San Sebastián, icono de las saunas gay que tenía su familia política.
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