Su leyenda, algo confusa, le hace nacer a finales del siglo X y oriundo de Siracusa. Fue educado en Constantinopla y luego vivió como ermitaño en la Tierra Santa, primero junto al Jordán, y luego con los "carmelitas" de Belén, donde tomó el hábito. A continuación, en una comunidad monástica de Belén. También formó parte del monasterio eliano junto al Mar Rojo, y finalmente fue religioso del monasterio de los carmelitas del Monte Sinaí, donde fue ordenado diácono. En todos estos conventos dejaba un sabor a oración, penitencia, obediencia y humildad. Era muy piadoso y devotísimo de la Virgen María. En el Sinaí conoció al Duque de Normandía, que le eligió como consejero mientras estaba duraba la Primera Cruzada. Cuando el Duque regresó a Normandía, Simeón recibió un aviso del cielo que debía acompañarle. Así que entró en Europa.
Las leyendas son muy confusas, y le hacen ser compañero de peregrinaje por Tierra Santa del legendario arzobispo San Poppo de Bamberg (16 de junio). Según la leyenda, el santo obispo pidió a una monja del monasterio fundado por Santa Severa (20 de julio) que le hiciera unos zapatos. La monja, que amaba al santo, los hizo y los hechizó para que Poppo no pudiera negarse a cohabitar con ella. Ambos pecaron, y el santo para olvidarla regaló los zapatos a su vicario, que los aceptó sin saber eran embrujados. También pecó el vicario con la monja, y así, según la leyenda, todos los frailes y presbíteros de la región, se probaron los zapatos, y pecaron. En fin, que se supo lo ocurrido, los zapatos fueron exorcizados, la monja echada del monasterio y los presbíteros fueron castigados. Por este pecado, San Poppo peregrinó descalzo a Tierra Santa, y a este viaje llevó consigo a nuestro Simeón.
Celda del santo.
Porta Nigra.
Fuente:
https://www.heiligenlexikon.de
A 1 de junio además se celebra a
San Ronan de Bretaña, obispo.
San Elías y compañeros mártires.