Revista Literatura

San valentín

Por Salvaguti
14F, Catorce de febrero, san Valentín, ese patrón de los enamorados que los centros comerciales han coronado. SAN VALENTÍN Visto el panorama, como sacado de una novela de Cormac McCarthy, también podríamos citar a Coppola, en este San Valentín que se avecina, y hasta acecha, los enamorados, ennoviados, casados, pretendientes, amantes, amigos con derecho a roce y otros sofocones, arrejuntados y demás fauna de las relaciones sentimentales nos vamos a regalar amor, mucho amor, amor. Amor inmaterial, verbal, poético, celestial, ese sentimiento puro y arrebatador que no pasa por caja y que no mella la esquilmada dentadura de tu Visa. Por otra parte, frivolidades aparte, no deja de ser el regalo más hermoso que se pueda regalar y que se pueda recibir o, mejor que regalar, exponer, en este día tan señalado, para desgracia de los centros comerciales y empresas relacionadas. Amor, mucho amor, pero intentemos que sea más dulce que el de Haneke, que aunque magistral y soberbio te raspa la piel como una devoradora lima del 10. Cupido afila sus flechas y se revisa la vista, que la puntería es esencial. Nos acercamos al día señalado, ya exhiben los escaparates esas cajas de bombones con forma de corazón, como la que robó Antonio Banderas en Átame para ofrecérsela a su amada y secuestrada Victoria Abril, y nos anuncian ofertas de todo tipo, veladas empalagosas como el cuello de una botella de Marie Brizard, viajes de ensueño, a esos paraísos del romanticismo cateto de postal, joyas proclamatorias que exhibir en las reuniones familiares y hasta novelas aliñadas con ese amor tan prosaico como premonitorio. Ya no regale sobres, que está muy mal visto. Se acerca San Valentín, conmemoración de ese fraile que las sociedades mercantiles, en esta ocasión, porque interesa, han desacralizado y hasta erotizado en su empeño por mantener a salvo, aunque esto no hay quien lo salve, la cuenta de resultados. Es bonito que durante un día, un solo día al año, reivindiquemos el amor, pero también nos arroja su vertiente absurda, y hasta podría emplear palabras de... seguir leyendo en El Día de Córdoba

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