En este otoño, donde los aledaños del río Carrión se cubren con el verde de las zarzas y el amarillo y rojo de la fresneda y arboleda de su vegetación, he vuelto a recalar, cual peregrino enquistado en mi vital caminar cluniacense, en el Monasterio de San Zoilo.
Lo conocí olvidado, casi abandonado. Hoy vuelve a vestir sus mejores galas. Bello ejemplo de románico palentino y totalmente visitable: su iglesia, su claustro, su redescubierta Galilea...
Quizá, José Antonio Perrino tenga algo de culpa en todo esto. O, tal vez, sea ese palentino valiente, encorazado por su inteligente proceder que recaló como obispo en la sede almeriense como fiel discípulo de Emaús que me prohíbe hablarle con el trato de excelencia reverendísima porque hay que decirle Antonio, simplemente Antonio.
Hoy la Galilea de San Zoilo es todo luz. La Exposición de Románico Iluminado completa un espacio románico con pinturas y reproducciones de los más importantes templos de la Península en una técnica única e inusual, a la manera antigua, que Laura Alberich Lucea reproduce con maestría inigualable a base de madera, yeso, cola de conejo y pigmentos naturales que configuran la pintura de la Edad Media.
El peregrino que sella su compostelana y el hospedado el hotel extraordinario de San Zoilo, tienen la suerte de pasear por su biblioteca y su claustro hasta atacar una Galilea reventona de colores rojos, azules, amarillos, verdes y marrones. Un escenario de luz y color donde el Pantocrátor de Tahull recuerda que la luz es continente y contenido, la Virgen del plato mantiene la llama mientras el Maiestas de Moarves abre su boca en el humano gesto de expresividad sorprendida a la vera de un Nacimiento de Navasa. Adanes y Evas, paraísos perdidos, beatos ignorados, sirenas, creaciones trinitarias, capiteles bendecidos por la obra de ignorados maestros, apostolarios y bestiarios... ¡ apocalipsis reproducida!.
Luz, siempre luz. Laura ha sabido dotar a esa Galilea del monasterio palentino de San Zoilo de un sentido, de un lugar de recogimiento y de interpretación interiorizada que nunca tuvo o, tal vez, nunca nos llegó.
Y a ti, peregrino que haces la búsqueda de tu Camino vital e interior; que eres un buscador que no sabes lo que buscas ni lo que encuentras porque tu meta es sólo el buscar, no dejes de visitar la Galilea de San Zoilo. Allí te reencontrarás con la sacralidad. Una pintura románica en estado puro que Laura Alberich Lucea ha pintado, exclusivamente, para ti.
Imágenes: Margarita Marcos González