Los lugareños mas arriesgados vieron en la proximidad con Portugal la solucion para paliar los dificioles tiempos de postguerra en los que escaseaba casi todo.
La Raya deja un reguero de historias y aventuras entre las gentes de la comarca, noches de correrias burlando a carabineros y guardias civiles por los montes cuando, de madrugada, los sanabreses volvian a sus casas cargados de cafe, tabaco, toallas, sabanas, harina, pan, legumbres.Siempre pendientes de no tropezar con las parejas que vigilaban las fronteras.
En aquellos dificiles tiempos, Pedralba de la Praderia, Santa Cruz de los Cuerragos, Calabor, Hermisende, Villanueva de Valrojo o Villardeciervos, por su proximidad a Portugal, se convirtieron en los lugares de paso naturales entre los dos paises.
Pero la historia se remonta a un siglo antes: en el XIX Villardeciervos, buque insignia del contrabando, ya traficaba con mercancias provenientes del pais vecino y no dudaban en enfrentarse con los carabineros de la comarca, a los que tenia en jaque.
Paseando por sus calles, las casonas muestran la abundancia que dejo este provechoso comercio pero, a la vez, ocultan habitaciones secretas, falsas entradas, mirillas escondidas, y Herencia de aquel pasado les quedo a los cervatos un cierto caracter reservado, un sello casi genetico que se disipa cuando se les conoce un poco mas.
En los pueblos de la Raya el del contrabando es un tema casi tabu: siempre diran que eso ocurria en el pueblo de al lado, pero no os extrañe encontrar en alguna de sus callejas un cartel indicando el camino del contrabando.
El paso del tiempo, el aumento del nivel de vida en la comarca, el fin de las fronteras, han transformado los caminos del contrabando en rutas de senderismo para disfrutar de la naturaleza y por que no: llegar hasta Portugal, tomar un cafe y comprar sus famosas toallas.