Quien espere que los militares españoles detengan la tiranía ruinosa y corrupta del sanchismo se equivoca. Todo indica que Sánchez ya domina gran parte de la milicia, tras comprar a los altos mandos, como hizo con los medios de comunicación, con promociones y mucho dinero. Es la receta cubano-venezolana, según la cual lo importante para conservar el poder es someter y controlar a las fuerzas armadas. Los socialistas saben que el pueblo no cuenta y que sin el apoyo de los militares no puede vencer, como ha quedado demostrado en Venezuela. ---
Pedro Sánchez lo domina casi todo en España y lo que no domina lo tiene intimidado o bajo control. Sólo se le resisten VOX, parte de la Justicia y el PP, aunque suavemente y dando la sensación de que se rinde ante el sanchismo. Bajo la bota de Sánchez están la Fiscalía, el Tribunal Constitucional, la mayoría del Congreso, la policía y ahora también las Fuerzas Armadas. La Monarquía, en teoría es independiente y se mantiene así, pero en la práctica es incapaz de frenar los abusos y arbitrariedades del sanchismo y su marcha constante hacia la tiranía comunista, tras haber sancionado con su firma leyes inicuas que otorgan indultos a delincuentes, liberan a proxenetas y violadores y facilitan la sucia labor de los corruptos.
Los socialistas españoles también están asesinando en silencio a la Guardia Civil. Faltan 17.000 guardias civiles en España y en cinco años habrá un déficit de 27.000. Están dejando morir a la Guardia Civil. La destruyen porque no se deja corromper y porque su amor a España es insobornable.
La fórmula para controlar a las fuerzas armadas tiene sello cubano y habría sido ideada por el propio Fidel, que era un profundo conocedor del alma humana y de sus debilidades. Él logró controlar a los militares cubanos con una mezcla equilibrada de dinero, privilegios y miedo. Algunos militares rebeldes fueron fusilados y el resto se sometió a los Castro, a cambio de lujos, privilegios, poder y dinero abundante en un país como Cuba, crucificado por la escasez, la pobreza y la esclavitud.
Hugo Chávez, en Venezuela, copió la receta cubana para controlar con éxito a los militares y contó para lograrlo con la eficaz ayuda de muchos agentes de la inteligencia cubana.
Todo indica que es veraz la anécdota de que Fidel le dijo a Chávez, cuando éste parecía que iba perder las elecciones, que "si pierdes el poder una vez que lo has conseguido, eres un huevón". Y Chávez le hizo caso y decidió permanecer el la cumbre, pasara lo que pasara. Maduro, su discípulo, sigue al pie de la letra esa canallada en el presente, aferrándose al poder después de haber perdido las últimas elecciones por una espantosa goleada.
La Milicia española que creó el Franquismo y se forjó en los primeros años de la Transición era austera, leal y justa en las promociones, pero el socialismo ha cambiado ese panorama corrompiendo a los militares (aunque no a todos, por fortuna) a través del dinero abundante y politizando los ascensos, hasta el punto de que hoy es difícil encontrar un alto mando no sea proclive al socialismo y permeable a las ideas de la izquierda.
Muchos militares se han enriquecido gracias a los encargos y destinos primados por los socialistas para sus amigos con uniforme.
Nadie puede saber hasta que punto las Fuerzas Armadas de España están ya infiltradas y sometidas al sanchismo, pero no cabe duda de que la penetración y el control son muy intensos.
En el Ministerio del Interior, con las fuerzas policiales, se ha empleado el mismo método de corrupción y parece ser que con mayor éxito, aunque todavía quedan resquicios de profesionalidad e independencia en cuerpos especiales como la Guardia Civil.
Marlasca y Margarita Robles está realizando en sus respectivos ministerios (Interior y Defensa) una labor de dominio y control de alto valor estratégica para el sanchismo.
La labor del gobierno socialista en los cuarteles ha sido de una enorme intensidad y se ha tratado de una labor silenciosa, casi secreta, de la que los medios nunca han informado. El poder político ha arruinado la carrera de muchos mandos brillantes porque eran libres e independientes y ha promocionado y entregado el mando a mediocres que se sometieron al dominio de los políticos. Esa labor, desarrollada hasta el cansancio, ha terminado por "castrar" el honor, el valor, el servicio a la patria y la decencia, sustituyéndolos, en muchos casos y espacios de la milicia (aunque no en todos, por fortuna), por la sumisión y la obediencia ciega al gobierno, aunque sea tan corruptos y sinvergüenzas que arruina la nación.
Francisco Rubiales