El populismo también ha germinado dentro del PSOE, capitaneado por un Pedro Sánchez que tiene posibilidades reales de derrotar a Susana Díaz. Ella necesita aprender de prisa como derrotar al populismo y su mejor maestro quizás sea Macron, que acaba de lograrlo en Francia. Sanchez ha mutado y ha aprendido los trucos del populismo, que está empleando con maestría en su lucha contra Susana. Hábilmente ha convertido las primarias en una lucha de los de abajo (los suyos) contra los de arriba (los de Susana) y en una venganza de las bases contra la prepotencia de una Susana que se ha presentado como la inevitable ganadora por estar rodeada de un imponente ejército de momias, donde están el aparato, Felipe y Zapatero. ---
A medida que avanza la campaña, se percibe que Susana puede perder y esa derrota cada día parece más lógica e inevitable. Si no ocurre algo gordo capaz de provocar un giro, lo lógico es que Pedro suba y Susana baje.
Su campaña ha sido torpe y poco hábil porque ella se ha presentado como "la poderosa" frente al "débil", olvidando que las bases tienden siempre a apoyar al más desvalido. Está muy mal asesorada. Su posición es terriblemente incómoda porque ella representa la Hillary Clinton contra la que se alzaron los norteamericanos, elevando a Trump hasta la presidencia. En una lucha de ese tipo, es más importante quien pierde que quien gana. Y hay muchos miles de socialistas resentidos, deseando que Susana pierda para que la prepotencia del poder muerda el polvo.
Sánchez ha aprendido trucos populistas y se presenta como la víctima, cuando es el agresor. Ha logrado exhibier el rostro de un mártir derrocado que clama venganza y que concita protección por ser el más débil. Enfrente tiene a Susana y a un equipo poco hábil que juegan, de manera suicida, a la prepotencia y al aparato. Es tan torpe la campaña que parece que están clamando por la derrota.
Susana todavía está a tiempo de rectificar, pero lo tiene difícil porque a ella le faltan carisma y cintura. Tiene que escapar urgentemente de la prepotencia para evitar el espíritu de revancha que anida en su partido, donde ha sonado la hora de la rabia y del castigo a los "traidores".
Susana cree que se enfrenta a un socialista, pero en realidad se enfrenta a un populista. Pedro ha mutado y lo que planea no es recuperar la Secretaría General, sino dar un golpe de Estado dentro del socialismo, reconduciéndolo hacia un radicalismo cercano al de Podemos y que recuerda mucho al que tenían Felipe y Alfonso en 1982, aquella furia transformadora imparable que se atrevía a todo: a ocupar la sociedad civil, a nacionalizar RUMASA, a repartir sus despojos entre los amigos, a afrontar el gran reto de organizar las olimpiadas y la Expo en el mismo año y a liquidar BANESTO.
El "No es No" de Pedro Sánchez, aunque absurdo e irracional, atrae y electriza en un país como España, dominado por el pesimismo y la rabia contra un poder político evidentemente fracasado, que todo el mundo quiere cambiar.
Susana arrastra un lastre muy pesado que frene su avance hacia la victoria. Es la líder de una Andalucía que es cuna de escándalos, líder en corrupción y abanderada del atraso. Quizás sea cierto eso que afirman muchos expertos, que para ganar hoy en España no se puede ser ni andaluz ni catalán.
Si yo estuviera en el pellejo de Díaz, me estudiaría a fondo el reciente debate de Macron con Marine Le Pen. Es una buena lección de cómo enfrentarse eficazmente a un populista sin perder nunca los papeles.
Francisco Rubiales