El aviso lanzado al independentismo con la incorporación del veterano e histórico dirigente Josep Borrell, látigo de los secesionistas; la incorporación de Carmen Calvo, como vicepresidenta única y titular de Igualdad, que también negoció el artículo 155 con Soraya Sáenz de Santamaría sobre la suspensión de la autonomía de la Generalitat; los fichajes de Teresa Ribera en Transición Energética y Medio Ambiente, o de Meritxell Batet, constitucionalista y jefa de los parlamentarios del PSC en Madrid, en Administraciones Públicas; la llegada de la consejera andaluza María Jesús Montero, de la máxima confianza de Susana Díaz, como responsable de Hacienda, algo más que un guiño para la reconciliación con el 'susanismo' y el poderoso PSOE andaluz; la recuperación del Ministerio de Cultura, que el PP suprimió en 2011; el aterrizaje en Fomento de José Luis Ábalos, que como ya ocurriera con José Blanco llega a tan golosa cartera desde su posición de secretario de Organización del PSOE; y una señal también para Bruselas, la de Nadia Calviño, funcionaria de gran peso en las instituciones europeas, al frente de Economía.
Qué duda cabe que estamos ante apuestas personales de Sánchez cargadas de intención. La cuestión ahora, el más difícil todavía, es cómo pasar de las musas al teatro. Formar un Gobierno de pesos pesados siempre está bien; cuidar los equilibrios internos y externos es muy aconsejable para tratar de garantizar la supervivencia, si bien, la actividad se demuestra andando. “Por sus frutos los conoceréis”, que diría el precepto evangélico. Pronto empezaremos a salir de dudas.Revista Comunicación
LOS ADEMANES EN política cuentan y mucho. De esta forma cabría interpretar los fichajes del nuevo inquilino de la Moncloa para la formación de su primer Gobierno. Los mensajes que está lanzando Pedro Sánchez con la creación de una nueva estructura y, sobre todo, con los nombres de las personas que pilotarán los cambios en este nuevo e incierto tiempo, son múltiples y vienen cargados de toda la intención política.