Revista Baloncesto

Sancho Lyttle y las onomatopeyas

Publicado el 30 septiembre 2014 por Toni_delgado @ToniDelgadoG
La pívot nacionalizada se exhibe en una España que aplasta a la República Checa (67-43) para plantarse directamente en cuartos

Sancho Lyttle y las onomatopeyas

Lyttle se hace con un rebote ante Vesela - FEB. 


A veces las mejores definiciones son las que no se acaban de concretar y se completan con onomatopeyas. "La vi y me dije, ¡uff!", resuelve Alba, de 13 años, cuando le pregunto qué le parece Sancho Lyttle (Kingstown, San Vicente y las Granadinas, 1983). Acompaña la descripción abriendo mucho los ojos y también los brazos en todas las direcciones. Le impresiona la figura de la jugadora: "Y encima está en todos los sitios". La pívot nacionalizada es mucho más de lo que puede parecer a simple vista: tiene una voluntad de hierro y un buen fondo físico. Incluso parece de goma, como volvió a demostrar ante República Checa, actual plata mundialista y desbordada por una Sancho Lyttle que pareció alargar el brazo para hacer con una de sus cuatro recuperaciones y lanzar un contraataque que acabaría Laura Nicholls, su atenta alumna dentro y fuera de la pista. El espíritu de Lyttle (17 puntos y 14 rebotes), que tiene tres Euroligas en su currículo, resume el hambre de la España dirigida por Lucas Mondelo, capaz de divertir y divertirse sin descanso hasta vencer por 67-43 y clasificarse directamente para cuartos de final en el Mundial de Turquía. Su rival saldrá del ganador del cruce de octavos entre China y Bielorrusia. 

Acostumbrada a empalmar las temporadas en Europa con sus compromisos en la WNBA y con la selección, este año Lyttle ha tenido casi un mes de descansó. No hizo la gira de preparación con la selección, pero no dejó de estar en contacto con las jugadoras y el cuerpo técnico, que le enviaba por correo electrónico los sistemas. "La batería táctica" a la que se refiere Lucas Mondelo: "Sancho es una jugadora que nos termina de dar el punto diferencial". Da el gran salto de calidad en la posición menos excelente del grupo, al que le sobran directoras de juego inteligentes e imaginativas, desde la chispa de Laia Palau a la iinventiva de Silvia Domínguez y al amor propio de Nuria Martínez, que aprovecha los momentos que tiene; y exteriores para todo, como Marta Xargay, o de fantasía, como Anna Cruz y Alba Torrens. Ésa es una de las parejas sensación del torneo para desconsuelo, también de la República Checa, incapaz nunca de dar con la tecla para corregirse, de encontrar a Vesela o A Viteckova, y que tuvo en Bartonova o Hanusova (cinco y cuatro pérdidas, respectivamente) a unas náugrafas. El grupo de Lubos Blazek no tuvo opciones de defenderse ante una España que pone el turbo y se escapa muy pronto. Corrió mucho y bien y asfixió a su rival hasta hacerle perder 23 pelotas (por sólo siete recuperaciones). La selección, en cambio, robó 13 por las 17 extraviadas. A Alba seguro que se le ocurrieron más onomatopeyas para hablar de Lyttle, que también suele recurrir a ellas porque su español es bastante básico, al contrario que su juego.      


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