Dice el ministro de Economía y Competitividad español, Luis de Guindos, que los españoles han perdido su miedo a quedarse sin empleo, lo cual según su punto de vista es algo muy bueno. Pero no hay motivo para echar las campanas al vuelo e irse de juerga para celebrarlo, aunque por las fechas alguno ya no estará localizable hasta pasadas las futuras vacaciones navideñas, porque es mejor contenerse antes de dar saltos de júbilo por tan buena nueva.
Eso, sí, de recuperarlo nada de nada, porque eso ya es otra cosa. Lo importante es que al perder el miedo al desempleo los que no están desempleados gasten mucho y así el gobierno pueda recaudar todo lo que sea necesario para mantener al selecto grupo de pensadores que ha descubierto que el problema del desempleo no es la falta de ingresos y la miseria, es el miedo en sí mismo. En resumen, Guindos piensa que Guindos debe tener mucho para gastar por el bien de todos porque él no tiene miedo al desempleo.
Soberana sandez dicha en el país que aporta uno de cada tres parados a la contabilidad de desempleados del continente Europeo. Así que el gran invento de esta pandilla de listos ha sido encontrar que frente a un problema no hay nada como responder con una gilipollez cobrando por ello un buen dinero de los desgraciados a los que se les larga con todo el desparpajo del mundo.
Así que hasta ahí se ha avanzado, como no saben solucionarlo se dedican a otra cosa, como rescatarse a sí mismos de la justicia por ejemplo. Parece que lo único que ha apuntalado Europa en su periferia sur son regímenes antidemocráticos que impongan las medidas que le convienen a los europeos que sin duda son sólo los que nacidos al norte de los Pirineos, los Apeninos y los Balcanes, no al sur. Gracias a esto, los periféricos del sur empiezan a no querer saber nada de Europa ni de los aparatos de los estados que la representan como delegados en colonias.
Nadie se puede creer a estas alturas que la bondad del euro consista en que los ciudadanos que son metidos a la fuerza, con engaños y sin consulta previa por sus autoridades burrocráticas totalitarias sean los que deben de pagar todo, mientras que los responsables van y vienen de la despótica y antidemocrática Bruselas, capital de las burocracias estatales de las administraciones nacionales y de nada más al parecer. A la vista de los resultados, lo normal sería poner en su sitio en la historia a los que organizaron tal eurocarajal periférico en el sur montando un proceso como los de Núremberg para así poder pagarles en su justa medida lo que los ciudadanos piensan que se merecen. Y mientras tanto, mejor no pagarles nada. Porque pagar por oír sandeces es de tontos.