Una vez más hemos recibido en nuestra casa el zarpazo del terrorismo salvaje. Me da igual quien dispara, al final, a los
muertos ya no les importa quién ha segado sus vidas, todos los terrorismos se resumen en hacernos sentir terror y muerte. El resultado es ese, vidas destruidas y dolor irreparable para las familias, para TODAS las familias y terror para todos. Pero me parece que las cosas no funcionan así para la “opinión pública” amarillista y morbosa que es capaz de hacernos recordar u olvidar a su antojo, ¿nos acordamos de Ayllan?¿ Y de las niñas de #BringBackourgirls?.
Parece ser que la barbaridad de París es más barbaridad que otras. Hemos puesto banderitas francesas pero muy pocos 
Los asesinos han sembrado el terror en el corazón de Occidente con pasmosa facilidad, una vez más. Ya lo hicieron en New York, en Madrid, en el Charlie Hebdo… Pero también lo hacen todos los días en Siria, en Damasco… No convendría olvidarlo a la hora de mantener la cabeza un tanto fría para entender que nos ha ocurrido. Unos salvajes nos han sacudido fuerte, nos han hecho pupa. Dicen que en nombre de un dios. Mienten, no existe ninguna religión que pretenda la guerra, en la que Dios (llámale como quieras) mande asesinar y sembrar el dolor a no ser que sea la del petroleo y los negocios oscuros.
Hemos de mantener la cabeza fría para no seguir el camino de la venganza que no lleva más que a mayor 
Pensar que el Islam es culpable y merece ser destruido es igual que decir que los noruegos son unos asesinos después 
Estos días se reúnen en Turquía los gobernantes más poderosos del mundo para intentar dar una solución al problema Yihadista (ya dudo hasta de que la encuentren aunque pusiesen algo de ganas al asunto). 
Vienen tiempos complicados en los que nos va a tocar luchar contra el terrorismo yihadista en muchos frentes distintos y no debemos dejarnos llevar por la ola de islamofobia que vamos a vivir. Hemos de ser capaces de no renunciar a nuestros derechos porque intentarán, una vez más, vendernos seguridad a cambio de lo poco que queda de nuestros derechos. Estamos sensibles y vulnerables al chantaje. Hemos de aferrarnos a los principios que han costado a esta vieja Europa siglos de lucha y sangre. Hemos de enrocarnos en los principios de la antigua Revolución Francesa, aquellos de libertad, igualdad y fraternidad… Nos van a hacer falta.

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