¿Donald Trump xenófobo? Sí, aunque quizás menos que algunos nacionalistas catalanes.
El servicio de urgencias de un hospital público de Gerona se negó a atender a un paciente en el idioma común de los españoles; el herido, finalmente, tuvo que irse a un centro privado para entenderse con los médicos.
Le ocurrió hace unos días en Gerona al jugador canario de fútbol Víctor Añino, Vitolo, del CD Tenerife, de Segunda División (no el de la Selección Española con igual nombre), que se rompió todos los huesos de la nariz en un choque con un jugador del equipo local.
Llegó sangrando y conmocionado al hospital de la Seguridad Social Doctor Josep Trueta, donde los sanitarios se negaron a expresarse en español, como les pedía el futbolista, porque no entendía qué decían.
El médico barcelonés que da nombre al hospital, Josep Trueta (1887-1977), doctorado en Madrid, republicano español y también catalanista aunque no independentista, fue un ejemplo del tratamiento por igual a heridos de ambos bandos en la guerra civil 1936-1939.
Sus avances científicos para curar heridos, iniciados en España y mejorados durante la II Mundial en Londres, donde se exilió, remediaron por igual a aliados que a alemanes.
Sin guerra, sin existir teóricamente hostilidad entre españoles ni entre paciente, auxiliares y médicos, un equipo de urgencias catalán -- a saber cuántos hacen igual--, se niega a atender amable, afectuosamente, a un herido, como ordenaban Hipócrates en su viejo juramento, y Trueta, aunque su situación no fuera extremadamente grave.
Es el ambiente creado por el nacionalismo. Difícilmente Donald Trump se atreverá a exigir que eliminen en los hospitales estadounidenses los formularios multilingües para los pacientes o los intérpretes de español.
Pero los mismos sanitarios catalanes, xenófobos y antiespañoles, urgen temblorosos que les pongan intérpretes de un idioma no español: el árabe.
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