Revista Historia

Sant Josep, historia del barrio que creció en tierra de nadie (1)

Por Ireneu @ireneuc

Situado entre L'Hospitalet-Centre y Santa Eulalia, el barrio de Sant Josep ha vivido toda la vida a caballo de los dos centros históricos del municipio, lo que le ha llevado a ser una suerte de cenicienta que, si bien se ha beneficiado del paso de la antigua Vía Augusta (actual Enric Prat de la Riba) por medio del barrio, a la vez ha quedado al margen de la vitalidad de ambos núcleos poblacionales hasta hace no mucho tiempo. Tal vez sea por encontrarse en esta " tierra de nadie" que, pese a ser muy conocido y popular, Sant Josep tiene una historia particular que buena parte de la ciudad ignora. Si me lo permite, a continuación intentaré explicársela.

Delimitada por el eje Isabel la Católica- Av. Fabregada, la vía del tren de Vilafranca, la vía del tren de Vilanova y la vía del Carrilet (aunque hasta 1960 llegaba hasta la Carretera del Mig) los 0,57 km2 de la barriada de Sant Josep ocupan el piedemonte arcilloso que origina la erosión de los escarpados relieves de La Florida por su banda sur y que se extienden, sin solución de continuidad y en ligera pendiente, hacia el llano deltaico de la Marina. Un territorio que está atravesado de norte a sur por el cauce de la Riera dels Frares ( ver La Riera dels Frares, la inadvertida riera saltarina de L'Hospitalet), torrente totalmente urbanizado que drena las aguas provenientes de Pubilla Cases y Can Serra a través del puente de acceso al cementerio y que ha sido foco recurrente de inundaciones en el barrio durante su historia.

Sea como sea que no se hallaba en una zona de especial interés, dado que la franja entre los resaltes cuaternarios del Samontà y la antigua Vía Augusta era poco fértil y la parte entre esta vía y el mar no se convirtió en zona deltaica hasta bien entrada la época romana, la zona estuvo poco humanizada en sus principios. Con todo, se tiene conocimiento de la existencia, en los alrededores de lo que hoy es la calle Juan de Toledo, de un asentamiento romano (cerámica, estructuras de casas, enterramientos en tégula...) que se hallaron en unas obras hacia 1919 entre el Canal de la Infanta y las vías del tren. Restos que se perdieron porque ¡oh, casualidad! no despertaron el más mínimo interés de las autoridades municipales pese a ser avisadas. En fin, lo de siempre.

Esta ocupación antigua tampoco fue a más, y durante los siglos siguientes no pasó de ser una zona agrícola gestionada por algunas escasas masías. Tan solo existe noticia oral de la presencia en el siglo XVIII de un posible convento de carmelitas (se apunta a su existencia para explicar el topónimo de Riera dels Frares) en la confluencia de las calles Radi, Juan de Toledo y Ebre, en lo que eran terrenos de la antigua Torre Ubach. No obstante, no se ha encontrado ningún resto arqueológico que lo confirme y su existencia es, a estas alturas, un verdadero misterio. La llegada del siglo XIX y la construcción del Canal de la Infanta significó una auténtica revolución para la zona que hoy conocemos como Sant Josep.

En 1819 se inauguró el Canal de la Infanta ( ver El Canal de la Infanta o la trascendencia histórica de un patrimonio olvidado), infraestructura hidráulica que llevaba el agua del Llobregat desde Molins de Rei hasta Sants y, de aquí, a desembocar al Morrot por los contrafuertes de Montjuïc. Ello permitió poner en regadío todo el delta izquierdo, siendo una de las zonas beneficiadas las tierras de Sant Josep, en su mayoría por debajo de la cota del canal, lo que facilitaría el paso de una agricultura de secano a una de regadío comercial. El canal, que en el día de su inauguración estaba sin acabar (llegó hasta la Riera dels Frares), no se abrió en su totalidad hasta el año siguiente, cuando entrarían en servicio las acequias de la Fabregada y del Torrente Gornal. Grandes acequias que avenarían las tierras de Sant Josep y que permitirían que, con su agua, el territorio empezara a crecer tímidamente en población, sobre todo con agricultores que daban servicio a las masías de la zona y que se instalaban en las proximidades de la antigua Vía Augusta, conocida entonces como Camí Ral (Camino Real) y posteriormente convertida en Carretera Provincial.

El crecimiento de Barcelona llevó a la instalación en 1854 de las vías del tren que llevaban a Molins de Rei, Martorell y, posteriormente, a Vilafranca, aprovechando las terrazas cuaternarias del contacto entre la Marina y el Samontà. Un crecimiento que, con el derribo de las murallas y la construcción del Eixample barcelonés, llevó a que las arcillosas tierras de Sant Josep atrajeran diversas tejerías que se instalaron en la zona con la intención de explotarlas comercialmente para la manufactura de productos cerámicos. La disposición de agua a manta, la cercanía de una vía de comunicación importante (la Carretera Provincial) y la existencia de varios saltos en este tramo del Canal convirtieron la zona en un mosaico mezcla de pequeñas zonas residenciales, agrícolas e industriales.

En 1855 se instala la bóbila Batllori; en 1856 se instala un molino papelero a tocar del Torrente Gornal ( ver El Edifici Molí, 165 años de patrimonio industrial hospitalense salvado por los pelos) y en 1863 se instala un aserradero de mármol a tocar de Isabel la Católica. En 1855 se inaugura también el recién trasladado Cementerio Municipal que, aunque en territorio de la Florida, tiene su acceso principal por Sant Josep, a través del Pont del Capó. Un acceso que aprovechará el camino de Matacavalls -que subía a Las Planas remontando el empinado talud desde la carretera provincial (por eso lo de "mata caballos")- y el camino de Sant Joan, que comunicaba este con el Centro, permitiendo la urbanización de la zona y creando una nueva calle que, dedicada a San José, acabaría por dar nombre a todo el barrio. Por su parte, la gran necesidad de materiales de construcción para la Ciudad Condal haría que, en 1880, se instalase la bóbila Cosme Toda y, en 1907, la bóbila Can Llopis, aprovechando ambas el mismo afloramiento arcilloso que, desde años atrás ya explotaba Can Batllori. En 1881 se construye la vía férrea a Vilanova y en 1882 llegan el gas y el telégrafo al barrio. Sant Josep, en 1894 llega a las 600 almas.

...Continuará

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