Al atardecer los cantos de los estorninos inundan las plazas, la temperatura desciende un poco y la gente aprovecha hasta el último rayo. Foto: Sara Gordón
Santa clara debe su fama a uno de los personajes más famosos de la revolución cubana: Ernesto Che Guevara. En los años 50 Cuba se encontraba bajo la dictadura de Fulgencio Batista, un grupo de jóvenes revolucionarios liderados por Fidel Castro iniciaron un movimiento para liberar al país. Entre ellos se encontraba el Che, un médico argentino, que fue rápidamente cogiendo importancia dentro del movimiento. Podría contar muchas hazañas del Che pero la que nos atañe es que con su escuadrón consiguió la toma de Santa Clara. En la plaza de la Revolución se levanta un memorial que esconde en su parte baja un museo y el mausoleo donde enterraron sus restos encontrados, teóricamente, en Valle Grande (Bolivia) en 1997.
La estatua gigante del revolucionario en su mausoleo. Foto: Sara Gordón
“Sean capaces siempre de sentir, en lo más hondo, cualquier injusticia realizada contra cualquiera, en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda del revolucionario.”
Llévame donde quieras. Foto: Sara Gordón
Los coches de Cuba no dejarán de sorprenderte. Foto: Sara Gordón
“Podrán morir las personas pero jamás sus ideas”
Una cafetería cerca de la plaza mayor. Foto: Sara Gordón
Contraluz por las calles de Santa Clara. Foto: Sara Gordón.
Aunque esta es la ciudad revolucionaria por excelencia la revolución cubana se respira por toda la isla. Por la carretera hay carteles con insignias de la revolución y frases como: “Prefiero morir de pie que vivir arrodillado.
Las casas en cuba siempre tienen las puertas o las ventanas abiertas. Foto: Sara Gordón
Mucha gente me dijo que Santa Clara solo merecía la pena por el mausoleo del Che, sin embargo, encontré una ciudad auténtica de calles tranquilas, plazas concurridas y bares con un ambiente único.
Un bar cerca de la plaza nos recibió al son de salsa y no pudimos resistirnos a bailar. Foto: Sara Gordón.
Los años de la música cantada con sentimiento. Foto: Sara Gordón
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