Iglesia de Santa Fe de Sélestat,
Francia.
Daciano: Di tu nombre y si profesas la nueva religión.
Fe: Me llamo Fe, y la religión que profeso es la de Jesucristo, al que sirvo desde mi infancia, y a quien confieso ahora por Dios verdadero con toda la veneración que me es posible.
Daciano: Escucha mi consejo, noble virgen, para que puedas conservar la extraordinaria hermosura de tu juventud: deja la nueva religión de un hombre que fue crucificado por sus delitos, y sacrifica a Diana, que es la diosa protectora de tu sexo. Si lo haces yo te enriqueceré con grandes bienes.
Fe: Sé muy bien que todos los dioses son demonios; y sin embargo ¿quieres que les ofrezca sacrificio?
Daciano: ¿Cómo te atreves a decir que son demonios nuestros dioses? ¡O les ofreces sacrificios o disponte a padecer grandes tormentos!
No accedió a la idolatría la joven Fe y Daciano mandó a los verdugos que la tendieran sobre unas parrillas de hierro, y bajo ella se pusiera un fuego intenso. Hasta los mismos paganos quedaron espantados con aquel castigo y comentaban la injusticia que significaba. Y viendo la constancia de la virgen, dejaron la idolatría, confesaron a Cristo y alcanzaron el martirio. Además, había algunos cristianos ocultos, entre ellos el obispo San Caprasio (20 de octubre), que había huido de la persecución, pero se hallaba entre la multitud. Pidió a Dios le enviase una señal del cielo sobre la virtud de la mártir y de pronto vio bajar del cielo una paloma blanca que con sus alas neutralizaba el daño del potente fuego y que al mismo tiempo dejaba caer sobre Fe un rocío celestial que le impedía sentir dolor. Visto esto, Caprasio salió de su anonimato y confesó ser cristiano ante Daciano, que mandó le tendieran igualmente sobre el fuego. Y viendo Daciano que no lograba reducir a los dos santos, mandó les degollasen a los 3. Y con ellos padecieron los Santos Primo y Feliciano (6 de octubre), a los cuales no hay que confundir con los santos Primo y Feliciano de Roma (9 de junio).
Los cuerpos de todos fueron abandonados fuera de la ciudad, pero los cristianos los enterraron, guardando la memoria del sitio. Allí estuvieron pasada la paz de Constantino y más aún hasta que, como dije, Dulcidio los trasladó a la iglesia de Nuestra Señora, conocida en realidad como de Santa Fe. Lamentablemente la iglesia fue demolida en el siglo XIX (no la primitiva, sino las sucesivas). Allí se veneraban las reliquias de Santa Fe hasta que el siglo XI se las llevaron por la fuerza a Conques y en realidad es desde aquí desde donde se irradia el culto a la santa.
Martirio de Santa Fe.
Iglesia de Sélestat, Francia.
Iconográficamente, es reseñable que Santa Fe es la única santa de la que se menciona el martirio de una parrilla, que ciertamente es falso, pues esta no se usó como instrumento de martirio durante la dominación romana. Igualmente llama la atención su relicario de Conques que en realidad representa a un niño, y que en origen debió ser un exvoto funerario a un niño noble.
Fuentes:
-"Año cristiano o Ejercicios devotos para todos los días del año". Octubre. R.P. JUAN CROISSET. S.J.
-"Dix mille saints: dictionnaire hagiographique". A. SIGIER. 1991.
A 6 de octubre además se celebra a
San Bruno, fundador.
Santa María Francisca de las Cinco Llagas, virgen terciaria franciscana.