Santa Sidonia de Georgia, virgen. 1 de octubre.
La leyenda de esta santa está relacionada con las fábulas evangélicas y la reliquia de la Túnica Inconsútil de Cristo. El origen de todo está en el Evangelio de San Juan: “Los soldados, después que crucificaron a Jesús, tomaron sus vestidos, con los que hicieron cuatro lotes, un lote para cada soldado, y la túnica. La túnica era sin costura, tejida de una pieza de arriba abajo. Por eso se dijeron: ‘No la rompamos; sino echemos a suertes a ver a quién le toca’. Para que se cumpliera la Escritura: ‘Se han repartido mis vestidos, han echado a suertes mi túnica’” (Jn 19,23-24). El Evangelio no da más detalles de ese vestido, y algunos escritores espirituales le han dado un sentido simbólico, generalmente referido a la falta de costuras como la falta de divisiones entre los cristianos. Pero bien, vamos a la leyenda:
Según esta, vivían en Mtskheta, Georgia, una familia formada por una viuda y sus hijos Elías y Sidonia. Elías era soldado del Imperio Romano y estaba destinado a Jerusalén en tiempos de Cristo. La madre había oído hablar de Jesús y creía en su Palabra, por lo que hizo jurar a Elías que jamás haría nada contra el Mesías. Llegó el tiempo de la Pasión y Muerte del Señor y Elías fue uno de los soldados encargados de llevar a Cristo al Calvario. Estando allí, vio como algunos de sus compañeros tomaron la túnica y fue quien dijo, esperando ganarla, que la echaran a suertes. Y quiso la providencia así fuera, aunque otra versión dice que la compró al ganador. Entretanto, su madre, allá en Mtskheta, oyó los golpes de los martillazos sobre los clavos mientras crucificaban a Cristo, y rota de dolor lloró junto a Sidonia. Esta se encaminó hacia Jerusalén, y cuando llegó halló a su hermano en posesión de la preciada reliquia, se la pidió y Elías se la dio. Sidonia regresó a Georgia, donde llevó una vida piadosa, entregada a Cristo y a la veneración de la Santa Túnica, por medio de la cual obró algunos prodigios. Aún joven enfermó y falleció con el objeto de sus amores entre las manos, siendo enterrada así mismo. Otra versión dice que al momento de recibirla, falleció en el acto, y fue imposible arrancar la Túnica Sagrada de sus manos.
Tres siglos pasarían para que la memoria de aquel vestigio material del Señor volviera a ser venerado. Habitaban en Mtskheta el judío Abiatar y su hija, también de nombre Sidonia, a los cuales convirtió Santa Nino de Georgia (14 de enero), la apóstol de los georgianos. Estos guardaban la memoria de su antepasada Sidonia y la tradición que allí estaba la Túnica de Cristo. A Santa Nino se le reveló mediante una columna de fuego, la tumba de Santa Sidonia, sobre la cual había crecido un hermoso cedro, del que Nino recibió el mensaje que habría de servir para levantar un maravilloso templo en honor de la Túnica Inconsútil allí enterrada. Efectivamente, fueron halladas y elevadas las reliquias de Santa Sidonia y la Túnica, y junto a ella dos clavos de la Cruz de Cristo (uno de ellos sería trasladado a la catedral de Sioni, Tbilisi). Ocurrió otro portento: de las siete columnas de madera sacadas del cedro, una de ellas resultó milagrosa, pues de ella manaba un aceite curativo, y además, se sostenía en lo alto sin apoyo alguno, levitando. Así estuvo todo un día y una noche, hasta que Sana Nino hizo una vigilia de oración.
El "pilar viviente" sobre la sepultura de Sidonia.
Levantado el templo llamado Svetitskhoveli (“pilar dador de vida”), enterrada en él Santa Sidonia y colocada la Túnica del Señor en un relicario visible, pasaron siglos de devoción. En el siglo XI se levantó una hermosa catedral que aún hoy es uno de los lugares de culto más importantes de Georgia, y la sede del “Katholikós”, Patriarca de toda Georgia. En el siglo XIX estaba en mal estado de conservación, sobre todo los frescos, así que, ante una inminente visita del Zar Nicolás I ¡encalaron todos los frescos!. Al final el zar no fue, pero el mal estaba hecho. Hubo de hacerse una pormenorizada restauración, para volverlos a sacar a la luz. En 1617 el Sha de Persia invadió Georgia, saqueó el complejo catedralicio y se llevó la Túnica, reteniéndola hasta 1625, en que la donó a Miguel I zar de Rusia, de la dinastía Romanov, el 10 de julio de 1625 (la Iglesia Rusa celebra litúrgicamente esta traslación). Alexei I la trasladó a la catedral de San Elías de Iaroslav en 1650. Allí estuvo hasta que se perdió, para aparecer nuevamente un fragmento en el Museo de Arquitectura Histórica de Iaroslav, dentro de su relicario, aunque ya solo un fragmento de la Túnica Inconsútil.Está claro que las evidencias históricas de esta reliquia son pocas y la leyenda de Elías y Sidonia, hasta la de Santa Nino son simplemente recreaciones para dar una secuencia "histórica" sobre la Túnica de Cristo, pero que no se sustenta más allá del siglo XI, con la elevación de la catedral del "pilar viviente".