Teresa de Jesús se vale en sus escritos, con frecuencia, del verbo “suplicar” para expresar la actitud menesterosa con la que presenta ante Dios una necesidad: “Clamaba a nuestro Señor, suplicándole diese medio cómo yo pudiese algo para ganar algún alma para su servicio” (F 1, 7).
En las representaciones iconográficas teresianas es fácil encontrarla con los brazos extendidos y elevados. Esta ha sido desde siempre una de las posturas de la oración más características. Simboliza un espíritu vuelto hacia lo alto, todo el ser que tiende a Dios. Los salmos nos muestran que este gesto era frecuente entre el pueblo de Israel, y por tanto, podemos suponer que también en Jesús: «Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote» (Sal 62,5); «Suba mi oración como incienso en tu presencia, el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde » (Sal 140,2).
El video que hoy ofrecemos recoge, a través de numerosas estampas de la colección de Manuel Navarro, a una Teresa suplicante.
En la a primera imagen del video, vemos una obra dedicada al cardenal Richelieu por su bibliotecario Jacques Gaffarel y grabada en 1624 por Michel Lasne, grabador oficial del Rey Luis XIII. Se trata de una pieza enigmática (con inscripciones en hebreo) donde encontramos una alegoría de las virtudes de la Santa. Ella se encuentra en el centro de la composición, con los brazos extendidos, en actitud de súplica.
La segunda imagen recoge un grabado de Charles Le Brun (1619-1690). Es una de las representaciones que más ha inspirado la iconografía teresiana. Esta obra, junto a una docena más, dedicadas a la Orden y expuestas en la Capilla de la rue St Jacques de Paris, fueron destruidas durante la Revolución Francesa.
La tercera imagen es un grabado realizado por Pierre van Schuppen a partir de un cuadro pintado por Rubens, que fue profusamente copiado.
El cuadro se halla expuesto en el museo Boijmans Van Beuningen de Rotterdam.
En el vídeo podemos contemplar estampas raras de la primera mitad del XIX, así como otras provenientes de Amberes, Praga, España y Alemania, fundamentalmente.
El último grabado fue realizado por iniciativa de los carmelitas descalzos del Convento de Santa Maria della Scala de Roma y dedicado al Papa Pablo V, cuyo escudo figura en la parte superior del grabado. El trabajo fue encargado a Luca Ciamberlano con motivo de la beatificación de Teresa de Jesús (Roma, 1614).