Revista Cultura y Ocio

Santa Teresa en un cuadro de Caprotti

Por Maria Jose Pérez González @BlogTeresa

Santa Teresa en un cuadro de CaprottiUn pintor italiano de 29 años, brillante a pesar de su juventud, viaja desde París a Madrid. Su nombre es Guido Caprotti, y ha recibido un encargo de un cliente: realizar una copia en el Museo del Prado, de la pintura de Velázquez, Pablo de Valladolid. Pero las condiciones climáticas adversas se van a interponer en su camino. Lo narra así él mismo:

«Una gran nevada paró el tren en Ávila. Me indicaron un hotel: “Hotel Inglés” se llamaba entonces el actual Hotel Continental. Entré pues en Ávila. Y al llegar ante una muralla espectacularmente nevada… la luz me llenó los ojos y el alma… En la noche esplendorosa de Plenilunio, bajo un arco de la muralla, un hombre cantaba: ¡Ave María Purísima!… Me dijeron era un “sereno” y decidí quedarme en Ávila… Esa impresión ha influido en toda mi vida dedicada principalmente a ensalzar esta tierra que tanta raigambre ha cogido en mi corazón…»¹.

Santa Teresa en un cuadro de Caprotti
Guido Caprotti Pacchetti había nacido en Monza (Italia) el 5 de octubre de 1887, de familia de artistas. Formado en la Academia de Bellas Artes de Brera, en Milán, tras cosechar importantes éxitos desde muy joven, continúa su formación en París, donde entra en contacto con autores de la talla de Renoir, Degas y Rodin.

El encuentro con la ciudad de Ávila, que le subyugó, hizo que Caprotti decidiera fijar su residencia en la ciudad amurallada, si bien alternando con estancias en Madrid y Balmaseda (Vizcaya).

Pintó su primera obra sobre las gentes de Ávila en una sala que el Ayuntamiento ofrecía a los pintores en el viejo Alcázar. El cuadro lleva por título Los ojos de la noche, y está dedicado precisamente a un grupo de serenos en una noche nevada. Ávila lo nombraría en 1918 hijo adoptivo, un título del que él se gloriaba. En 1918 celebró en el Círculo de Bellas Artes de Ma­drid su primera exposición individual en España.

Con su esposa, la abulense Laura de la Torre, alquila primero y, años después, adquiere la mansión palaciega de Superunda, que, tras ser acondicionada, se convierte en hogar del matrimonio y sus tres hijos,  y en estudio del pintor. Es también lugar habitual de reunión de intelectuales y personalidades que acuden a visitar al artista.

Caprotti falleció en Balmaseda  el 5 de septiembre de 1966 y, al día siguiente, su cuerpo es trasladado a Ávila, donde recibe supultura, con un saquito de tierra de su Monza natal y su paleta de pintor.

La familia de Guido Caprotti hizo donación del palacio a la ciudad de Ávila. Ahora es un museo y expone los antiguos muebles del palacio y los cuadros de Caprotti.

De 1940 es una obra suya titulada Procesión de santa Teresa, óleo sobre lienzo. Como su título indica, la pintura recoge una escena costumbrista: una imagen de la Santa procesiona rodeada por fieles devotos, con la ciudad amurallada al fondo. Se trata de la escultura de Gregorio Fernández que se saca en las solemnidades y que se conserva en la Iglesia de la Santa de Ávila. Teresa de Jesús aparece arrodillada, ya que la imagen fue ideada para formar un grupo escultórico con el Cristo amarrado a la columna. Su brazo izquierdo lo tiene doblado sobre el pecho, mientras que el derecho aparece extendido y con los dedos de la mano abiertos. Viste manto y velo de tela. No así el hábito, que es esculpido.

En la procesión, encontramos personajes variopintos. Unos son religiosos, que van tras la imagen, entre los que figuran el obispo, sacerdotes y carmelitas. No faltan tampoco los monaguillos. Otros son gentes sencillas, como una madre arrodillada con su hijo en brazos o un hombre al que le falta una pierna, que se sostiene sobre dos muletas mientras contempla el paso de la santa.

En el cuadro, puede verse también al propio Caprotti y a su familia acompañando la imagen: su esposa Laura y su hija van delante, mientras Guido y su hijo Edgar portan las andas. En el centro de la imagen, un personaje llama la atención. Parece el perfil de Miguel de Unamuno², de quien el artista se reconoce “admirador y amigo”³, y a quien dedicaría un conocido retrato en 1929. Cabe recordar —entre otros datos que unen a la santa con el filósofo— que el 4 de marzo de 1922, el claustro de la Universidad de Salamanca, presidido por Miguel de Unamuno, entonces vicerrector, acordó por unanimidad conceder el doctorado Honoris Causa a Santa Teresa de Jesús.


¹BRASAS EGIDO, José Carlos, Guido Caprotti da Monza (1887-1966): un pintor italiano en Ávila, Valladolid, 2000.

²Otros —quizá por la longitud de la barba— han creído ver en este personaje a Valle-Inclán, también de su círculo de amigos.

³TELLECHEA IDÍGORAS J. Ignacio; «El pintor Guido Caprotti y Unamuno»,  Bilbao: periódico municipal N. 28 (27 abr. 1990), p. 36.

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