Daniel de Pablo Maroto, ocd
Convento de La Santa-Ávila
De la Santa de Ávila se ha dicho y escrito ya casi todo; pero creo que la relación del “Espiritismo” con Teresa es menos conocida por la inmensa mayoría de los lectores de su vida y sus Obras porque la bibliografía sobre el tema tampoco abunda; por eso voy a dedicar al tema unos breves apuntes. Como se trata de una “interpretación” de su vida, recuerdo, de camino, para que los lectores no se escandalicen del tema, que, en su tiempo, algunos, amigos y letrados, dijeron que sus experiencias místicas eran causadas por el demonio (Vida, 23, 14 y 25, 14-15); mientras que ella y su íntima amiga, doña Guiomar de Ulloa, decían, con buen criterio, que no podía ser porque sus visiones y revelaciones le ayudaban a ser buena monja.
Es sabido también que muchos teólogos y confesores la tenían por santa, recta en sus juicios, intachable en su vida moral y espiritual; pero algunos dudaban si sus “fenómenos” místicos (visiones, revelaciones, éxtasis, locuciones divinas, etc.) eran dones del Espíritu Santo o “ilusiones” provocadas por su loca fantasía o alguna enfermedad mental. Después de su beatificación (1614) y canonización (1622), su fama fue in crescendo hasta ser declarada oficialmente “Doctora” de la Iglesia (1970), la primera mujer que ostenta ese título. Digo todo esto como pantalla sobre la que proyectar las “voces discordantes” en un coro de sinfonías literarias entonadas en todas las lenguas cultas.
Dejando aparte los diagnósticos de algunos médicos, psicólogos y psiquíatras de nuestro tiempo, recuerdo la curiosa y extravagante propuesta del racionalista Ramón León Maínez en su obra Teresa de Jesús ante la crítica, Madrid, 1880. Para él, Teresa es una monja enferma de histeria, causante de sus “fenómenos” místicos, engañada pero no engañadora, que dejó como herencia -dice el ilustre autor- “un legado de impertinentes desvaríos a las edades venideras”. Anuncia proféticamente que “cada año que transcurra será, por consiguiente, menor el número de afectos que contará santa Teresa” (¡!). Y espera que, los que lean su investigación científica verán “cuán arbitrariamente es llamar santa y fundadora, e inspirada de Dios y compatriota de las Españas, a la que ni fue santa, ni recibió avisos célicos ni hizo bien a España con sus rezos y sus conventos”.
Menos mal que su profecía no se ha cumplido, sino todo lo contrario: pocos se acordarán de él y de la Santa, son millones. De estos y otros panfletos semejantes dijo don Marcelino Menéndez y Pelayo que “tales libros no pertenecen a la crítica ni a la historia, sino que caen bajo la jurisdicción de la policía correccional”. (A las enfermedades de Teresa, sus interpretaciones antiguas y modernas, dediqué dos capítulos en Mi Teresa. Mujer. Fundadora. Escritora y santa, Burgos, FONTE – Editorial de Espiritualidad, 2019, caps. 8 y 9, pp. 167-200).
Pero vengamos al tema que nos ocupa: las supuestas relaciones de santa Teresa con el “Espiritismo” y la apropiación que han hecho de ella algunos espiritistas presentándola como una Medium excepcional a la que comunicaron los “espíritus” que vagan por el universo lo que ella dice que sintió, oyó, vio y trascribió en sus Obras. O sea, que la doctrina de Teresa, declarada oficialmente “Doctora” por la Iglesia, no es suya, de su caletre, de sus lecturas y de sus dones carismáticos, sino que es un puro instrumento receptor de lo que le comunicaba un “espíritu” innominado. Y después, ya convertida ella en “espíritu” parlante, comunicó a los vivos, en una sesión espiritista con su Medium, algunos mensajes.
Todo esto lo afirma José Blanco Coris en una obra que publicó con este flamante título: Santa Teresa, Medium, Madrid, Reus [1920]. Circulaban por entonces las “comunicaciones” de una tal Iris, transcritas y publicadas por Amalia Domingo Soler con el título de ¡Te perdono! Memorias de un espíritu, Barcelona, 1904-1905, suponemos que él las leería con fruición.
Creo que el principio de todo está en que un o una Medium es un ser humano dotado de un poder capaz de comunicarse con los espíritus, suponemos que vagantes por los espacios siderales; y que ese ser posee una cualidad especial, la mediumnidad o facultad mediúmnica, que es natural, y el “espíritu” contacta con él mediante un “fluido vital del sistema nervioso que existe en el hombre”. Según José Blanco, la Santa ejerció el oficio de Medium comunicando palabras y doctrinas que un espíritu le inspiraba y lo transmite en sus escritos. Pero también a veces ella ejerció de “espíritu” revelando después de su muerte a un Medium, en una sesión espiritista, algunos “avisos” que, curiosamente, coinciden bastante con los hoy reconocidos como no teresianos. ¡Una curiosa anomalía! Es cierto que admitimos como válidas muchas comunicaciones de la Santa después de su muerte a personas de su Reforma.
Atribuir a santa Teresa esa capacidad “natural” de ser una simple Medium de un espíritu revelador de doctrinas es una afirmación de tanta gravedad que la convierte en un muñeco parlante, una comunicadora casi mecánica de lo que le dicta un “espíritu” desconocido; por ejemplo, toda la sabia doctrina que transmite en sus escritos: Vida, Camino de perfección, Fundaciones y Moradas. ¿Y las Cartas, también se las dictan los “espíritus” celestes? Con ello se desvincula a la Santa de su inspiración literaria, de su ser de escritora, de la autoría de una doctrina que es la admiración de los lectores de todos los tiempos y traducida a todas las lenguas cultas del mundo. ¡Menos mal que las opiniones de los espiritistas no prosperaron cayendo pronto en el olvido, ni creo que tengan resonancia especial es las actuales sesiones espiritistas ni en la bibliografía sobre el tema!
Para completar la vinculación de santa Teresa con el espiritismo, desarrolla José Blanco Coris las distintas y posibles mediumnidades o tipología de los Mediums. Unos son sensitivos, otros auditivos, videntes y escribientes, dependiendo de que desarrollen o comuniquen sentimientos de presencia, hablas, visiones y capacidad de comunicarse por escrito. Lo que hace el autor es aplicar los modelos a los escritos de la santa de Ávila descubriendo su capacidad de Medium para escribir sus Obras.
No creo que valga la pena descender a muchos detalles y ofrecer conclusiones de estas premisas o supuestos ni siquiera debatir el tema en una hoja volandera y me resulta extraño que el Sr. Coris encuentre apoyo en las doctrinas expuestas por la Santa en sus Obras. Para ello, tuvo que copiar mal, tergiversar los textos de la Santa para probar lo que él pretende: que ella escribe al dictado de un “espíritu”. Cualquier lector sin prejuicios se da cuenta de que la inspiración de la Santa no es simplemente literaria, sino que -como decimos los creyentes en Dios- se trata de una comunicación divina atribuida no a un “espíritu” celeste innominado, sino al Espíritu Santo, actor principal de su obra de escritora y fundadora, y también de Jesucristo, como ella confiesa en multitud de ocasiones en sus obras, considerándose -por humildad- en simple instrumento en sus manos.
Poco después de aparecer la obra del Sr. Coris, encontró una crítica demoledora en el carmelita descalzo Eusebio del Niño Jesús, mártir el año 1936 fusilado en Toledo por los comunistas. Su obra, leída hoy, asombra por la erudición que manifiesta el autor no solo por el conocimiento de las obras de santa Teresa, sino de mucha documentación sobre ella y su Reforma y de otros muchos autores que hace pesada su lectura. Vale la pena que los lectores de esta breve reseña conozcan la obra de este benemérito autor. Santa Teresa y el Espiritismo, 2 vols. 1. Mediumnidad teresiana. 2. Puntos cardinales del espiritismo, Burgos, El Monte Carmelo, 1929 y 1930, pp. 456 y 695.
Sirvan estos apuntes también de recuerdo agradecido de este humilde, sabio y santo carmelita mártir.