La palabra independiente apesta. Ha pasado casi dos siglos desde que se proclamó el grito de independencia, pero la palabrita sigue apestando, porque todas las demandas que se exigieron por parte de los luchadores de la gesta de liberación nacional iniciada por Céspedes fueron conseguidas en Enero de 1959 o al menos esa es la píldora con la cual nos medicaron.
No hay nada que reclamar. Cuba desde entonces es una sociedad perfecta. Por eso debe resultar alarmante Santa y Andrés, la segunda película de Carlos Lechuga, una entrega que ya fue estrenada en el Festival Internacional de Cine de Toronto y que tiene el cartelito de “independiente”.
La película aspira a poder presentarse en el Festival Internacional de Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, completando su periplo de este año que la ha llevado a cines de Europa y Norteamérica.
Es una historia inspirada en la vida de varios escritores y artistas rebeldes que han sido censurados por criticar a la Revolución. La lista podría ser. esta podría ser la película de Reinaldo Arenas, Lezama Lima, Virgilio Piñera, Lydia Cabrera o Guillermo Cabrera Infante, o la de todos a la vez.
El protagonista de la película es un escritor acosado por sus ideas políticas. Vive en el oriente de la isla y escribe secretamente una novela que guarda en una letrina.
El protagonista de la película es un homosexual disidente.
Por primera vez el cine hecho dentro de Cuba presenta a un disidente como personaje y se hace con responsabilidad.
La historia transcurre en 1983 y en ella Santa, una joven campesina miembro del Consejo Popular de su zona es la encargada de impedir que Andrés asista a un foro por la paz en el que previsiblemente haría declaraciones en contra del gobierno.
El odio político y la intimidación social es la esencia en Santa y Andrés un largometraje que previsiblemente no llegará al festival de La Habana por pretextos que ya deben estarse argumentando.
Con información de Diario de Cuba.
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