“Se notan las tablas en este nuevo material discográfico porque el kilometraje acumulado les ha curtido”
[Teresa Cerón López] @ecosdelviniloUn rostro señorial nos mira solemne. Tan solo le acompañan, el nombre de una banda de rock: Santero y Los Muchachos, y el título de la portada del disco que protagoniza: Rioflorido.Impacta la mirada, el gesto adusto, y la pose del enigmático Marqués de Rioflorido. Da la sensación de ser una especie de espectro al que el grupo, capitaneado por Miguel Ángel Escrivá, ha decidido honrar y personificar con ayuda de la ilustradora Carla Fuentes de un modo sencillo: Uniendo los rasgos faciales más destacados de los miembros de la agrupación, hasta lograr la armonía de una cara que rezuma nobleza. Incluso me atrevería a decir, que el famoso Marqués insiste en invitarnos a, su ahora ya, decadente palacete del S.XVIII porque allí -y solo bajo su techo- se cobijaron los once temas del último disco que han parido los Santero bajo su influjo.El concepto está bien esculpido. La mirada del primer propietario del palacio valenciano, penetra desde la portada hasta nuestro interior, como si nuestro corazón fuera una de sus grandes estancias vacías. Un lugar que solo podría llenarse con música. Con la de la banda valenciana, claro. Con el rock reposado que la distingue, ese que te incita al último trago del bourbon que sabes te hará perder la cabeza, si abusas demasiado.Desde que Santero y Los Muchachos publicaran Ventura en 2017, hasta la llegada de Rioflorido este recién estrenado mes de marzo, han pasado muchas cosas. La principal, y corríjanme si me equivoco, es que han crecido como músicos. Mucho. Se notan las tablas en este nuevo material discográfico porque el kilometraje acumulado les ha curtido. Han pateado escenarios de todo tipo defendido Ventura, un disco complicado para ser entendido en festivales masivos al lado del mar, y han salido victoriosos porque han sumado público.Miguel Ángel sigue llevando el peso de la composición en el conjunto, pero sin tanto miedo. Dio un paso adelante. Es bravo a la hora de esculpir verdades hasta darles la forma perfecta. Con buen hacer y sin perder la chulería, acumula sentimientos que sabe convertir en canciones. Canciones creíbles que nacen de la emoción bien horneada.Es curioso cómo algunos autores se aferran al pasado desdeñando, en cierto modo, el presente. Impidiendo un crecimiento natural. Santero y Los Muchachos no esperarán el veredicto del paso del tiempo para Rioflorido, son conscientes de que tienen entre manos un disco de gran impacto sonoro y les aseguro que sabrán exprimir hasta la última gota de este preciado veneno.“Estamos Bien”, el tema que abre el disco, es un himno. Pudiera parecer que Santero quiere homenajear a la música popular, a la que se escucha en la plaza del pueblo cuando empieza el festival. Destaca su bajo a lo McCartney , y ese aire festivo que tanto recuerda a Sheryl Crow y su “All I Wanna Do”. Sus estrofas emanan felicidad : “Escurrí los corazones/ Bebí lo escurrido/Amé como el Piel Roja a la fuerza de los ríos / Toma lo que digo/Hazlo tuyo y hazlo bien/ No es difícil, no/ Hacerlo igual/ Solamente una vez/ Y eso es ahora.”La autenticidad y las ganas de levantarte siempre boca arriba. Como las cartas.Tras ella, otra pieza ya imprescindible para los que nos consideramos muy fans de la banda, “Mañana Asesina”. La guitarra de Twanguero arranca la confesión del que se siente abatido, fuera de juego. Perdido al acabar la noche. Relamiendo retazos de exceso al despuntar los primeros rayos del sol. A medida que avanza el tema, sus estrofas se visten de verdad: “Vuelven los zorros al llanto/ como tú y yo”. Parece un pasaje cinematográfico vestido de rock histórico.Con “Volver a Casa” una leve brisa barre la oscuridad para homenajear en su comienzo a los Who. Su melodía irradia luz y acompaña una narración emotiva: La vuelta del héroe que al llegar al hogar, solo aspira al abrazo de los suyos. Bien podría aplicarse a la historia de cualquier banda de rock tras concluir una gira pero los Santero explican bien, que está dedicada: “A los distanciados, a los aventurados en tierra, mar, y aire. A todos los que esperan el regreso. Al encuentro”.En “He de olvidarte” rescatan los ecos de un lejano pasado inundado de polvo. Para este tema recurren al gran Pepe Escrivá, padre de Miguel Ángel y Josemán, versionando una de las mejores canciones compuestas por el mítico integrante de Los Ángeles Negros allá por 1965. La voz de Miguel ensalza como ninguna otra el desgarro que supone decir adiós a pesar del dictamen del corazón. Es un adiós batallero que termina arropado por los bellos coros de la banda.“Octubre”, es el equilibrio perfecto entre una buena letra y su acompañamiento musical. Posee la suavidad del terciopelo y la cadencia del vals, rozando la perfección narrativa. Cuando los Santero empuñan sus guitarras: ¡Sálvese quién pueda!. Consiguen en este tema un sonido diferente, novedoso. Su letra enreda recuerdos del pasado con las sensaciones que provoca seguir vivo luchando por no perder la capacidad de sorpresa, la fe en el amor, y el empeño por mantener la cordura. En “Octubre” existe la duda y la incertidumbre, pero ante todo, hay planes de fugarse con la felicidad. Le sigue, “El Perdedor”, letra que habla de derrota. Nos cuenta detenidamente cómo es el regreso del héroe que, a pesar de haber sido abatido en campaña, no se da por vencido y se levanta las veces que sean necesarias. Para eso están las guitarras de Soni, de Josemán, y la batería de Adri Cachorro con el que han tenido el placer de colaborar en este nuevo disco. Ellos se encargan de impulsar al perdedor a subir, musicalizando versos como: ” Saber agarrarse a otras manos/ Saber resistir al desierto/ Preguntas que cierran las puertas/ Dejan heridas abiertas/ Pero jamas vivir arrastrado”.Las palabras más afiladas afloran en “Como Todos”, canción construida alrededor de un universo de brujas y noches eternas, pero en el que no se pierde la esperanza de volver a sentir un suspiro con la intensidad del primero. En su letra fluyen los recuerdos más significativos de la niñez, y la adolescencia. Toda la pieza está arropada por voces similares a las de los ángeles. El coro en “Como Todos” es celestial. Sin ruido. Sin gritos. Sin forzar al oyente, pero tirando a matar para grabarnos el mensaje que quieren transmitirnos usando estrofas como: “Despídete de los fantasmas de tu habitación/ de las brujas en la niebla /Todo aquello te hará reír como nunca/Confía en mi/ Tan bueno y malo/ Como estar tan rodeado/ Pero solo/Tan perdido en el primer suspiro/ Como todos”.Personalmente, me recuerda a los Zeppelin más acústicos y a los Stones de mediados de los 70. “Algo Más “ arranca muy power. Destila pop a la americana para envolver estrofas que aunque, a simple vista no lo parezcan, descargan electricidad vestida de buen gusto: “Solo si tú quisieras/ Puede haber algo más”, reza su letra para espantar el humo.“Debe haber algo más después del baile/ Algo más tras la estela/ Que dejes al marcharte/ Si al menos ya descubrí/ Tu sonrisa amable/ Déjame ser para ti/Alguien que te hable/ Si aún somos extraños/ Entre la oscuridad/ Seremos después nada/ Si tú te vas“. Pareciera que conducimos por una carretera camino a un pueblo de nombre desconocido con el fin de encontrar en un lugar perdido las respuestas a nuestras incógnitas. En “Algo Más” hay planes de futuro y voluntad por aniquilar la incertidumbre.En “Para Siempre No Existe” aparece el narrador más descreído. Es una de esas canciones bonitas de verdad en la que, todo lo que se canta, se puede ver: “Se irá/ Se irá/ Todo lo que viene / Se irá”, dicen los Santero para recordarnos que nada permanece a nuestro lado de forma inalterable. Pero lo hacen con una melodía contagiosa, luminosa, perfecta para acompañarnos en cualquiera de nuestras etapas vitales. Maravilloso el guiño a “Homenaje”, séptimo corte del primer disco de los valencianos, que gracias a “Para Siempre No Existe” vuelve a retozar en nuestros oídos.Casi llegando al final, nos topamos de bruces con “Guantanamera”, la cual hace gala del sonido fronterizo, desértico y polvoriento de las primeras canciones firmadas por la formación. Se nota que no han estado solos durante su evolución. A la hora de concebir este nuevo proyecto han contado con la colaboración de Candy Caramelo con quien hubo un interesante intercambio de ideas. El guitarrista aportó magia. Se palpa su mano en este nuevo sonido, más abierto, más callejero y apto para todos los públicos.
El grupo sabe muy bien cómo cerrar sus discos. “Rioflorido” termina con una pieza instrumental cuya autoría corre a cargo de Soni Artal. Los Santero nos dicen adiós con un latigazo instrumental titulado “Tierra Muerta”. Es el broche de oro para un disco que puede presumir de ser una ensalada maravillosa de sonoridades que lo dotan de eternidad. Tiempo al tiempo, háganme caso.
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