En 1884 expuso en la Sala Parés de Barcelona con Casas y E. Clarassó, con quienes lo haría habitualmente hasta 1831, fecha de su muerte. Junto con Casas, Utrillo y Enrique Clarassó, Rusiñol marcha a París, donde pintó retratos, interiores, patios y paisajes: Patio de Mantmartre, Cabaratra de La Galette.
Patio de Mantmartre, Santiago Rusiñol
En 1894 inauguró su casa-museo del<< Cou Ferrat>>, así llamada por la afición de Rusiñol por el hierro forjado, y en Barcelona estuvo entre los fundadores del cenáculo modernista de <<Els quatre gats>>. Cautivado por la luz del Mediterráneo, su producción de Sitges presenta una paleta más clara y colorido de mayor viveza: La nena de la clavellina, Figura Femenina.
La nena de la clavelilla, Santiago Rusiñol
Figura femenina, Santiago Rusiñol
En 1894 viajó a Italia y se interesó por los pintores trecentistas y por Botticelli. Influido por los prerrafaelistas derivó hacía el simbolismo (Alegoría de la Poesía), y entre 1896 y 1897 hacía obras de tipo místico: Éxtasis de un novicio.
Alegoría de la Poesía, Santiago Rusiñol
Jardines de Arnajuez, Santiago Rusiñol
Estéticamente, Rusiñol recibe la influencia del Impresionismo y del Modernismo. Tras su etapa parisina, bajo la proyección de las obras de Manet y Degas, crea algunas de sus mejores obras como En el Café, en tonos oscuros con toques de color, o sus paisajes mallorquines, recogiendo la luminosidad mediterránea de la Baleares. Realiza exploraciones cromáticas como en El Patio Azul, donde dominan el azul y el amarillo (influencia impresionista). Debe su fama a la pintura de jardines y paisajes de Granada, Sevilla y Aranjuez.
En el café, Santiago Rusiñol
El patio azul, Santiago Rusiñol
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