Revista Opinión
Santos espía a la oposición
Santos, en vez de andar espiando las cartas que preparan sus opositores, debería concentrarse en combatir al creciente crimen organizado.
El asunto es clínico y requiere de terapia urgente. Santos, un mentiroso enfermizo volvió a ponerse en evidencia por cuenta de una carta que sus servicios de inteligencia interceptaron a miembros de la oposición.
Para nadie es un secreto que el corrupto almirante Echandía, director de la agencia nacional de inteligencia es una versión criolla y mediocre de Fouché.
El cuestionado militar retirado, que impunemente tiene chuzada a la oposición, encontró un borrador de carta que prepara un grupo de opositores entre los que se encuentra la valiente senadora uribista Paola Holguín y corrió a entregársela a Santos, falsificando parte de su contenido y asegurando que la misiva llevaba la firma de dos congresistas del CD, distintas a la doctora Holguín.
Santos, que claramente no leyó el borrador entregado por su policía política, se desató contra la oposición, llamándola “violenta y virulenta”, adjetivos que debería reservar para los delincuentes de las Farc que cogobiernan con él y no para la oposición democrática colombiana.
La carta en cuestión es perfectamente legítima y hace planteamientos muy válidos que reflejan el sentir de la mayoría ciudadana que rechaza al gobierno ilegítimo y corrupto que se robó el resultado del plebiscito del pasado 2 de octubre.
Según Santos, en la carta se solicita que los Estados Unidos suspendan su ayuda a Colombia. Un absoluto embuste del presidente. No hay una sola línea de la misiva en el que se lea algo así.
Al contrario. Los remitentes expresaron su “profunda esperanza de que el gobierno de los Estados Unidos considere los argumentos antes mencionados y adopte las medidas que considere necesarias”.
¿Y cuáles son los argumentos esgrimidos? El menoscabo que se le hizo a la democracia colombiana después del robo del plebiscito. “A pesar del resultado de la votación popular, el gobierno tomó medidas legales irregulares y –a la medida- para ignorarlo, lo que condujo a la firma del acuerdo del 24 de noviembre…”.
Aquello es absolutamente cierto, como también lo es el hecho de que Santos haya acordado imponer penas simbólicas a los crímenes de lesa humanidad. En la carta se hace referencia a dichas sanciones que “de ninguna manera adhieren a los mecanismos modernos de justicia transicional ni respetan la búsqueda judicial de la verdad –caso por caso- solicitada por las víctimas. Además, las Farc se beneficiarán de escaños en el Congreso y de legitimidad política formal”.
El presidente colombiano, totalmente intolerante a la crítica y desacomedido con la oposición, reaccionó desproporcionadamente al conocer el contenido de la carta.
Santos, en vez de invertir su tiempo hurgando los correos y computadores de sus opositores, debería concentrar los esfuerzos de los servicios de inteligencia en la lucha contra el creciente crimen organizado.
Más vale que las autoridades se dedicaran a combatir al narcotráfico y a luchar contra las estructuras ilegales que han convertido a nuestro país en un mar de coca y no al espionaje ilegal contra quienes preparan comunicaciones en las que se pone en evidencia el talante antidemocrático del gobierno.
Por cuenta de la salida en falso del mandatario colombiano, el número de personas que han manifestado su deseo de suscribir la misiva ha aumentado exponencialmente. Según reveló la senadora Holguín, el contenido de la carta sólo lo conocía un grupo de aproximadamente 40 personas. Ahora, que Santos le hizo propaganda a la misiva empezaron a llover solicitudes de personas que quieren sumar su nombre a manera de respaldo a la iniciativa, lo cual obligó a subir el texto a la plataforma de Change.org para que desde allí se pueda leer el texto y quienes así lo deseen, lo firmen.
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