SANTO TORIBIO MOGROVEJO, PADRE Y FORJADOR DE AMÉRICA.
HUELLAS Y DESAFÍOS ANTE EL SÍNODO DE LA AMAZONÍA
RESUMEN
José Antonio Benito, Director del Instituto de Estudios Toribianos, Lima, 2020
Lección inaugural del Curso Académico del Seminario Redemptoris Mater de Brasilia
Justo en el día de hoy nuestro Papa Francisco nos regala la exhortación postsinodal "Querida Amazonía" indicándonos en los parágrafos 62 al 65 que "El anuncio indispensable en la Amazonia es el que nos ayuda a reconocemos a Cristo en ellos y porque descubrimos la inmensa dignidad que les otorga el Padre Dios que los ama infinitamente. …Así, el kerygma y el amor fraterno conforman la gran síntesis de todo el contenido del Evangelio que no puede dejar de ser propuesta en la Amazonia. Es lo que vivieron grandes evangelizadores de América Latina como santo Toribio de Mogrovejo o san José de Anchieta.
1. PADRE DE AMÉRICA
Para calibrar la figura de Mogrovejo no basta con equipararla con algunos santos contemporáneos suyos, obispos, como Tomás de Villanueva, Carlos Borromeo o Juan de Ribera, sino con otras como San Ambrosio (no solamente por la modalidad inesperada y sorprendente de su elección), y aquellas que han construido la Europa cristiana en momento de convulsión, como San Benito, San Isidoro de Sevilla, los Santos Hermanos Cirilo y Metodio. Así lo afirmó el historiador P. Fidel González Fernández en Lima en el congreso académico con motivo del IV Centenario de su muerte y en varios de sus artículos del estupendo Diccionario.
Si la Iglesia considera "padres" a los que gozan de santidad, ortodoxia, aprobación eclesiástica y antigüedad de vida (antes del siglo VIII), podemos considerar en este rubro para América a los pioneros, los del siglo XVI como Julián Garcés, Juan de Zumárraga, Vasco de Quiroga, Bartolomé de las Casas, Antonio de Valdivieso, Cristóbal de Pedraza, Juan del Valle, Agustín de la Coruña, Hernando de Trejo y Sanabria, Jerónimo de Loaysa; pero, entre todos, sobresale Toribio de Mogrovejo.
En el Concilio Plenario Latinoamericano de fines del siglo XIX, 1899, en la sesión última, las "Aclamaciones" le declaran "ejemplar y ornamento esplendente de todos los Prelados y sinodales de la América Latina".
Así lo recordarán los obispos latinoamericanos en 1978 en Puebla: "Un obispo, santo Toribio de Mogrovejo, es factor de primer orden en ese jalón fundamental de la Iglesia latinoamericana; por su libertad ante el Estado, su inteligencia y voluntad de servicio, es modelo e inspiración de pastores" (III CELAM).
El 10 de mayo de 1983 le fue otorgado por parte del Santo Padre Juan Pablo II el título de Patrono de los obispos de América Latina[1]. De igual modo, ha sido propuesto como paradigma de los pastores del Perú y de América como se manifiesta en el mensaje pronunciado por el propio Santo Padre a todos los obispos del Perú: su gran tarea consistió en realizar, iluminado por el Concilio de Trento, la primera evangelización del Mundo Nuevo en cuatro dimensiones: Evangelización para la santidad, Evangelización para la unidad en la fidelidad. Evangelización para la dignidad de la persona. Evangelización en constante sintonía con la Sede Apostólica[2].
A este respecto, es significativa la homilía del cardenal Giovanni Battista Re en el 25 aniversario de la proclamación de santo Toribio como patrono del episcopado de América Latina, 50 años de la Comisión y un año de Aparecida, el 9 de mayo de 2008, en la basílica de Santa Anastasia, en la que hay un altar dedicado a santo Toribio:
América Latina ha llegado a ser un continente mayoritariamente católico, de fe cristiana vigorosa y de extraordinaria creatividad, gracias a pastores como santo Toribio de Mogrovejo que supieron plantar la fe sólidamente y trabajaron con ardor para que echara raíces profundas…
Por su parte Francisco, al hilo de un cuadro que relata uno de sus milagros del agua, lo denominó como "nuevo Moisés" que supo cruzar orillas, las geográficas, culturales y, sobre todo, la del amor fraterno
2. CONTEXTO Y VISIÓN GLOBAL
Nuestro protagonista se ubica en la España de los Austrias, y más en concreto, en la de Felipe II. Parece que nace un 16 de noviembre de 1538, en la villa de Mayorga (Valladolid), encrucijada de caminos, entre las actuales comunidades autónomas de Castilla-León, Asturias, Cantabria y Galicia. En 1551 inicia sus estudios de Gramática y Humanidades en Valladolid, capital del mundo hispánico. En 1562 acude a Salamanca donde enseña su tío Juan Mogrovejo, catedrático universitario. En 1569 obtiene el título de bachiller en Cánones y en 1571, peregrina a Compostela, y se licencia en Derecho. Cuando cursaba estudios de doctorado en el Colegio San Salvador de Oviedo, en 1574, se le nombra para Granada como Inquisidor Apostólico. En 1580, es propuesto como arzobispo; contaba con 39 años y necesitó una apurada ordenación sacerdotal como paso indispensable para la consagración episcopal.
En 1581 llega a Paita y hace su entrada en Lima un 12 de mayo. En 1583 tiene lugar el Tercer Concilio Limense del que emanan tres grandes publicaciones en quechua, aymara y español: el catecismo, el sermonario y el confesionario. En 1584 comienza su primera visita pastoral. En 1591 acomete una obra decisiva, la creación del Seminario que -dedicado en su día a Santo Toribio de Astorga- hoy lleva su nombre. Se siente, ante todo, pastor dispuesto a dar su vida por sus ovejas. A tal efecto crea nuevas parroquias. De igual modo, impulsará instituciones destinadas a la formación de líderes espirituales, académicos y sociales, en los monasterios como el de Santa Clara, hospitales como el de San Pedro, la Universidad de San Marcos, la Casa del Divorcio.... En 1593 inicia la segunda visita y en 1605 la tercera, falleciendo en 1606, un 23 de marzo, en Saña. Al año siguiente, 1607, un 27 de abril, es enterrado en Lima. En 1679 fue beatificado y en 1726, canonizado.
3. DIMENSIONES. PERFILES
Como forjador y organizador de la Iglesia en América gracias a su santidad, su apuesta en la promoción humana y social del indio, su legislación conciliar y sinodal, su catequesis inculturada, podemos considerarlo como la encarnación de las huellas y frutos de la evangelización fundante. Lo podemos constatar en los nombres cristianos de las ciudades, sus actas; las doctrinas; los monasterios y conventos; los concilios, juntas y sínodos; las catedrales y cabildos; los misioneros ; los seminarios y centros educativos; los aportes lingüísticos con diccionarios, vocabularios; el arte (arquitectura, escultura, pintura); la jerarquía eclesiástica (obispos, superiores de congregaciones); sacerdotes y fieles; santos, beatos y siervos de Dios; las cofradías, hermandades, asociaciones y movimientos; los santuarios, advocaciones e imágenes de María; las cruces y los crucificados; la devoción a la Cruz y al Señor; la historiografía y bibliografía; los archivos y bibliotecas; la celebración de las fiestas patronales; costumbres de la vida cotidiana como la oración, las procesiones, festividades religiosas del año…
Señala León Pinelo que, desde que entró en Lima, hasta la hora de la muerte, llevó una vida muy regular y sistemática a lo largo del cuarto de siglo. Consciente de que la primera reforma era la suya propia, se somete a un estricto régimen de vida, de obedienca fiel a su horario. Hay una palabra clave: conversión. Como en el reciente Sínodo de la Amazonía, conversión integral, pastoral, ecológica…De hecho, poco antes de morir exclamaría santo Toribio: "Bendito seas, Dios, el clero está muy reformado". No sin razón se le llamará el "Borromeo de las Indias".
4. SABIO LEGISLADOR EN CONCILIOS Y SÍNODOS
De los 11 concilios provinciales y 57 sínodos diocesanos inventariados para la "edad dorada" de la Iglesia en Indias (1551-1622), 3 concilios (C3L [Concilio Tercero Limense],1582-83, C4L.1591, C5L 1601) y 13 (desde 1582 a 1604) sínodos fueron convocados por el obispo castellanoleonés Toribio Alfonso de Mogrovejo. De su importancia da fe la vigencia mantenida hasta el Concilio Plenario de América Latina, celebrado en Roma el año 1899. Se puede considerar como auténtico precedente del CELAM (Conferencias Episcopales Latinoamericanas), verdaderos concilios de la Iglesia para esta parte de la iglesia en América.
5. ITINERANCIA DE UN CELOSO VISITADOR
Mogrovejo será un caminante empedernido, tanto que llegará a decir de él su primer biógrafo Antonio León Pinelo:
"Fue su vida una rueda, un movimiento perpetuo, que nunca paraba. Y si la del hombre, es milicia en la tierra, bien mereció el título de soldado de Cristo Señor Nuestro, pues nunca faltó a lo militante de su Iglesia, para conseguir el premio en la triunfante, que piadosamente entendemos que goza"[3].
Sus visitas eran auténticos encuentros vitales con los indios y sus curas doctrineros. Del espíritu de las visitas nos habla su Relación y Memorial al Papa Clemente VIII:
« Después que vine a este Arzobispado de los Reyes de España, por el año de ochenta y uno, he visitado, por mi propia persona, y estando legítimamente impedido por mis visitadores, muchas y diversas veces, el distrito, conociendo y apacentando mis ovejas, corrigiendo y remediando, lo que ha parecido convenir, y predicando los domingos y fiestas a los indios y españoles, a cada uno en su lengua, y confirmando mucho número de gente, que han sido más de seiscientas mil ánimas a lo que entiendo y ha parecido, y andado y caminado más de cinco mil doscientas leguas, muchas veces a pie, por caminos muy fragosos y ríos, rompiendo por todas las dificultades, y careciendo algunas veces yo y la familia, de cama y comida, entrando a partes remotas de indios cristianos, que de ordinario traen guerra con los infieles, adonde ningún Prelado ni visitador había entrado»[4].
Culmino con otra deliciosa en tiempos de Navidad. El jesuita P. Francisco de Contreras, que le conoció desde 1592 y fue ordenado de sacerdote por él, nos rescata de su memoria un gesto entrañable en tiempos de Navidad: "Y asimismo vio este testigo que habiéndole enviado de esta ciudad con grande regalo de dulces por ser tiempo de Navidad su hermana doña Grimanesa, el dicho Sr. Arzobispo lo repartió todo entre pobres yendo él mismo a los ranchos de los indios enfermos a visitarlos y dárselo sin quedarse con cosa y le dijeron a este testigo que aquella noche de la vigilia de Navidad había hecho colación con solo un durazno o manzana sin otra cosa".
6. DESAFÍOS SANTO TORIBIO A LA LUZ DE LAS LÍNEAS PASTORALES DEL PAPA FRANCISCO
La constatación del hecho religioso, de la evangelización en la historia y las amenazas de la secularización y el deterioro social manifestado en la corrupción, la violencia, la injusticia, debe llevarnos a agradecer en primer lugar, estudiar y examinar, para concluir en un compromiso misionero, el único que puede dar respuesta a la necesidad de felicidad de cada persona y la paz social.
En este último apartado me sirvo de dos lecciones de mi gran amigo P. Carlos Rosell –quien ha sido rector del Seminario de Santo Toribio y de la Facultad de Teología- una se centró en Santo Toribio como misionero con olor a oveja y la otra a la luz de las líneas pastorales del papa Francisco[5], compartiéndonos que, si Santo Toribio de Mogrovejo viviera, nos diría lean la Evangelii gaudium, documento programático del papa Francisco.
1. Ir a lo esencial, Cristo
2. Ir a las periferias
3. Sentir el gusto espiritual de ser Pueblo.
4. Dejarse sorprender por el Espíritu.
5. El valor de la pobreza.
CONCLUSIÓN. La Estrella de la Evangelización
Quiero culminar rescatando la devoción mariana de Santo Toribio como regalo para nuestra religiosidad popular. Fruto de esta devoción es la devoción popular mariana en Guadalupe, Aparecida, la Candelaria. Que Ella, Santa María, nos consuele y fortalezca en nuestra gozosa tarea de evangelizar aquí y ahora.
[1] Mario L. Grignani, Profesor de Historia de la Iglesia, Pontificia Universidad Urbaniana (Roma) ha preparado un interesante estudio titulado "Santo Toribio de Mogrovejo: de la extensión del culto a Patrono del Episcopado Latinoamericano. Estudio y publicación de los documentos del Archivo Arzobispal de Lima" para la revista STUDIUM VERITATIS de la Universidad Católica Sedes Sapientiae, Lima.
[2] Lima, Conferencia Episcopal, 2 de febrero de 1985
[3]LEÓN PINELO, Antonio de Vida del Ilustrísimo y Reverendísimo D. Toribio Alfonso Mogrovejo, Arzobispo de la ciudad de los Reyes. Madrid 1653. Lima 1906. p.68
[4]J. A. BENITO RODRÍGUEZ, La Iglesia de Lima de 1598 según Santo Toribio de Mogrovejo, Lima 2006, 8.
[5]Dr. P. Carlos Rosell de Almeida, Rector de la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima