Revista Viajes
Una gran isla situada en mitad del Mar de China, y un clima tropical, era la prometedora perspectiva que parecía depararnos la Isla de Hainan. Desafortunadamente, la expectativas creadas fueron muy superiores al resultado final de nuestra estancia en estas tierras chinas, que resultó bastante desilusionante. Si a todo ello añadimos que no nos quedó más remedio que ir en una excursión de la Holland America Line, ya que el coste de la propia excursión era poco más de la cuarta parte del precio de un visado individual, la decepción por esta escala no hizo sino aumentar. En fin, como siempre comenzaré el resumen de esta insulsa visita por el principio, y con algunas curiosidades que sólo había visto antes en mi televisor por los documentales de viajes de este enorme país que es China.
Esta pancarta de bienvenida se encontraba a la entrada del parque
Todo comenzó con unas ligeras colas en los férreos controles de la aduana de Sanya. Tras un corto trayecto a través de las calles principales de la ciudad, abandonamos por unos instantes el entramado urbano, y ascendimos por una enrevesada carretera al monte que domina la ciudad hasta el aparcamiento de autocares. El parque natural Luhuitou, donde te recogen a medio camino unos coches parecidos a los que se utilizan en los campos de golf hasta casi dejarte en la cima. Este lugar, a parte de ofrecer unas bonitas vistas, es un lugar de esparcimiento para los habitantes de esta turística ciudad, y es también el hogar de un buen número de monos. Estos se dejan fotografiar por los turistas con cierto aire altivo y desafiante. Y yo, que soy un enredador y muchas veces no puedo estarme quieto, sólo se me ocurrió citar al macaco con la cinta de la cámara de fotos. El muy cabrón, en vez de asustarse, pegó un salto olímpico hacia mi, y a punto estuvimos de enfrascarnos en una trifulca. Menos mal que yo mantuve los nervios templados y todo quedó en un susto. El mío, claro, y un susto de los de campeonato. Al igual que alguna china que tenía al lado mío, que casi las da un "telele" al ver al coño mono pegar un salto hacia nosotros. Lo que si que es verdad es que el parque ofrece unas bonitas vistas panorámicas de la ciudad y sus alrededores, y que probablemente sea lo mejor de Sanya sin ser gran cosa.
Después de pasear largo rato por el parque Luhuitou disfrutando de las vistas y de las exóticas y abundantes flores tropicales, nuestra siguiente parada iba a ser una de las playas de los alrededores de Sayna. Allí pudimos observar unas de las curiosidades de nuestra estancia en la Isla de Hainan. Habíamos visto en algunos documentales de viajes como en China, y concretamente en el interior de la China continental, muchos de sus habitantes no habían visto el mar en toda su vida. Pero con el despertar económico del gigante asiático, se había desarrollado un nuevo fenómeno o una nueva moda si se quiere llamar así. Miles de familias, abuelos, hijos y nietos, ahorraban y se iban de vacaciones en busca de cálidas temperaturas y para poder contemplar el mar por primera vez. Y eso que nosotros pudimos ver una vez en nuestro televisor, ahora lo podíamos ver en vivo y en directo, y otras cosas curiosas también. Resulta raro la sensación de sentirse observado en todo momento y la curiosidad que despertamos entre ellos, habida cuenta que no hay demasiados occidentales en Sayna, a excepción de los abundantes rusos que buscan en la isla de Hainan un lugar cálido, barato y relativamente cercano donde poder escapar de los rigores del frío siberiano. Un simpático norteamericano de origen salvadoreño que conocimos en el crucero, y con el que estuvimos charlando en la playa, tenía un gran éxito entre los chinos y le pedían permiso para fotografiarse con él cada dos por tres.
Otra de las costumbres o curiosidades, ésta ya más conocida por nosotros, fue ver como muchas de las chinas se bañaban en el mar completamente vestidas. A pesar de conocerla no deja de ser muy chocante cuando lo ves en vivo. Amen de otras cosas raras, como alguien disfrazado de Mickey Mouse paseando por la orilla del mar con más de 26 grados de temperatura.
Como última parte de nuestra visita a Sanya nos dirigimos al museo de las perlas, inevitable visita en cualquiera de las excursiones que nos ofrecía Holland America. Pero antes pudimos hacer un pequeño recorrido por la ciudad, que una vez vista de cerca es una de las ciudades más feas que nuestros ojos hayan visto jamás. Y hemos tenido la fortuna de conocer muchísimas. Pero la sucesión de edificaciones de hormigón sin ningún orden, muchos en construcción, los barrotes en las ventanas de los bloques donde los inquilinos cuelgan la ropa a secar, feos y viejos hoteles con los carteles en chino y muchos en ruso donde ni se nos ocurriría pensar pasar una sola noche, y una especie de crecimiento urbanístico desaforado donde todo vale nos dejo una imagen de la ciudad pésima. Ni siquiera la estampa de las decenas de barcos pesqueros fondeados en las pequeñas bahías que forma algunas entradas del mar, y que aportaba colorido y tipismo pudo arreglar la mala impresión que nos llevamos de la ciudad.
El Zaandam atracado en la terminal marítima de Sanya. La terminal de cruceros está construida en una isla artificial frente a la ciudad de Sanya, junto a cinco torres de apartamentos con una arquitectura muy singular, y rodeados de grandes jardines. Es una zona aún sin acabar.
Embarcando de nuevo en el Zaandam después de pasar los controles fronterizos
La ciudad de Sanya vista desde las cubiertas del Zaandam
Los tradicionales y humildes barcas de pesca se mezclan en esta isla con opulentos yates de recreo de la nueva clase alta China. Los contrastes propios de una gran potencia económica emergente.
No me lo podía creer. La última vez que se celebró la regata más dura del mundo, la "Volvo Ocean Race" en el año 2009, tuvimos la fortuna de poder ver a los participantes en el puerto de Estocolmo, en una escala de nuestro crucero por el Mar Báltico. Y en el año 2012 hemos podido coincidir con ellos, esta vez mucho más alejados en la Isla de Hainan . En la foto el barco francés del "Groupama", y al fondo se puede apreciar unas de las decenas de torres de apartamentos en construcción que hay en Sanya.
El "Costa Classica" arribando al puerto de Sanya para atracar en el muelle que habíamos dejado libre.
Nos esperaba una cálida y maravillosa tarde de navegación en esta espléndida cubierta promenade. Estas enormes tumbonas de madera con un grueso almohadillado, junto a una muy ancha cubierta de madera de teka es de las cosas que marcan la diferencia entre un barco del montón y uno verdaderamente bueno.