
"Henry Colbert, el molinero, desayunaba siempre con su esposa; más allá de esto, sus apariciones en la mesa familiar eran irregulares. A la caída de la tarde, cuando llegaba la hora de la cena, solía demorarse en el molino. no obstante, siempre se disponía un servicio para él en la mesa, y él podía acudir o bien mandar a uno de los peones de molino para que le llevase una bandeja de la cocina. Al ama, sin embargo, se la servía puntualmente. Y ella jamás preguntaba por su marido ni por dónde paraba."
Me he dado cuenta de que había liberado un libro cuya reseña aún no estaba subida. Puesto que lo liberé con el placer de haber disfrutado de su lectura, no podía faltar aquí. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Sapphira y la joven esclava.
Conocemos a Sapphira, una mujer acostumbrada a dominar, implacable, una señora que aún mantiene esclavos en un momento en el que cada vez es más difícil de justificar y con un marido y una hija que no terminan de aprobarlo. En su casa hay una joven de piel amarilla, de padre desconocido aunque con una sospecha no confirmada, que marcará una diferencia en los últimos años de la casa de esta mujer y su marido el molinero.
Willa Carther tiene una forma de escribir preciosa y certera con la que es capaz de componer una suerte de panorámica de sus libros, de tal forma que si pudiéramos girar la cabeza al terminarlos, tendríamos la sensación de estar ante un enorme cuadro en el que apreciar cada detalle por mínimo que fuera. En este caso y a través de Shappira y su puñado de esclavos asistiremos a la decadencia de un estilo de vida condenado a desaparecer. Y lo haremos de una forma poco habitual. No nos hablará aquí de penurias, ni de latigazos y hombres y mujeres sometidos a la fuerza que miran las estrellas cada anochecer, no. Nos encontramos con una historia serena, en una buena casa en la que viven personas: unas acostumbradas a mandar y otras a obedecer, personas que han aceptado sus roles hasta considerarlos normales y sentirse cómodos en ellos. Y percibimos el cambio: las generaciones nuevas, las desgracias que van llegando, la negación de una forma de vida que va quedando obsoleta, nos van abriendo el camino hacia el cambio que sufrió esa parte del mundo. Y lo hace a través de la tortuosa relación entre esta mujer y una joven esclava de tez amarilla que dejará al descubierto sus inseguridades; y tampoco lo hará levantando la barbilla desafiante, no hace falta. Las inseguridades de esta mujer, enferma, se irán revelando a medida que avanza la historia y vamos viendo los cambios que se producen en ella y como repercuten en la casa como si fueran un símbolo de lo que sucedía realmente en la sociedad en ese momento. Una sociedad con un sector enfermo de esclavitud que parecía temer a quienes tenía sometidos y que tuvo que ceder al cambio.
Muchas veces, los pequeños universos son el reflejo perfecto de la sociedad, y eso hace precisamente Willa dejándonos personajes entrañables que van desde el marido silencioso y la hija concienciada hasta la cocinera que busca lo que echar en cara para sentirse superior. Una historia hermosa en sus formas y en su fondo contada con un tono que no podemos dejar de notar que tiene mucho de personal. Una escritora luchadora, íntima, y que nos dejaba una prosa desnuda en la que los silencios si es que puede haberlos en las letras, nos dicen tanto como lo que la tinta va marcando entre ellos. Y eso es algo que se nota cuando la lectura se paladea, degustando cada coma.
Y vosotros, ¿os adentráis en libros que abordan temas como la esclavitud o lo dejáis para las archiconocidas películas?
Gracias
